Han pasado unos días desde las elecciones autonómicas catalanas y, con la amplitud de miras que otorga -poco a poco- el tiempo, ya se pueden sacar algunas conclusiones definitivas sobre lo ocurrido el domingo. Aunque algunos sigan empeñados en ver solamente su verdad, y sean de los que quieren tapar el sol con un dedo, los datos van más allá de las opiniones y por ello son irrefutables, motivo por el cual no deben ser obviados. Algo que ha ocurrido desde todos los frentes con posterioridad al 27-S.
Es absolutamente cierto que los partidos independentistas obtuvieron la mayoría absoluta de escaños en el Parlament, sumando los 62 de Junts pel Sí y los 10 de la CUP. Y en eso se ha escudado Artur Mas para proclamar, junto a su “socio” Junqueras, la continuidad del proceso soberanista catalán. Igualmente cierto es que no han ganado en número de votos, quedándose en un 48% de quienes decidieron acudir a las urnas. Si a esto sumamos que un 30% no votó y que los independentistas se movilizaron como nunca, es de suponer que una buena parte de ese 30% no estaría a favor de la secesión en el hipotético caso de un referéndum. En esto se han escudado el resto de partidos no independentistas, quienes por lo general –salvo el caso destacado de Ciudadanos- han obtenido muy malos resultados de forma individual.
Esto demuestra dos cosas: que el independentismo no es mayoritario en Cataluña, como quiere que parezca el señor Mas; y a la vez que el número de sus simpatizantes está en claro aumento, como no quieren reconocer el resto de fuerzas políticas contrarias al “procés”. Como ha dicho el expresidente Aznar, es un aviso que no se puede desoír. Pero ni unos tienen razón al cantar victoria por los escaños, ni los otros por hacerlo con el porcentaje de votos.
Al final, en el 27-S catalán todos los líderes políticos consideran que han ganado, de una u otra manera. Si no por triunfo propio, por la derrota del enemigo. Curiosamente el domingo todos tenían algo que celebrar. Normal que el lunes hubiera una resaca generalizada en nuestra clase política. Una resaca independiente-mente de los resultados.
@rodriguezcaveda