Día tras día la actualidad de nuestro país nos va confirmando algo que, en realidad, ya sabíamos: los españoles no comulgan con las decisiones de su presidente. Ni en economía, ni en relaciones internacionales, ni prácticamente en nada de nada. Las encuestas realizadas hasta el momento van reflejando un desencuentro cada vez mayor entre las acciones del gobierno y la voluntad popular. Un importante porcentaje de ciudadanos que otorgaron su voto al PSOE en las últimas elecciones cambiaría ahora su papeleta sin dudarlo. Al jefe del ejecutivo se le acaban los pocos apoyos que conservaba. Y son ya escasos los miembros de la clase política española que confían en él y en su capacidad de gestión. Ni siquiera Don Juan Carlos se atreve a dejar la política internacional de España en manos de José Luis Rodríguez Zapatero. Y prueba de ello es que acudirá a reunirse con Barack Obama antes de fin de año. Una visita cuyo objetivo primordial no puede ser otro que arreglar lo que nuestro presidente haya estropeado durante sus horas de estancia en la Casa Blanca.
Decía Felipe González que Zapatero había dejado de escuchar al resto de su partido “después de los primeros 6 meses” de gobierno. Josep Antoni Duran Lleida aseguraba ver “endiosado” al pucelano antes del verano. Y hace apenas unas jornadas veíamos como el ocupante de la Moncloa insultaba a numerosos asistentes al desfile del Día de las Fuerzas Armadas restando importancia a sus opiniones y asegurando que las quejas proferidas hacia su persona eran “ya como un rito”.
Al jefe del ejecutivo le ocurren estas cosas cada vez más a menudo. Es abucheado y gritado cuando aparece en eventos públicos. Y la conclusión a la que llega es que los españoles que piden su dimisión se quejan “por seguir la tradición”. No contempla la posibilidad –refrendada por las encuestas- de que haya descontento con su forma de actuar. Y no hay peor ciego que el que no quiere ver. Zapatero se empecina en tomar decisiones sin escuchar absolutamente a nadie. Y continúa jugándose cada día el futuro de todos aquellos a los que gobierna.
Afortunadamente tenemos en España un as en la manga, que es la monarquía. Criticada por algunos y defendida por otros, pero –sin entrar en valoraciones sobre salarios o forma de vida- una auténtica garantía para los españoles. Don Juan Carlos “desfazerá este entuerto” cual Don Quijote a lomos de Rocinante. Es una lástima que en lugar de a Sancho, tenga a Zapatero por escudero.