Las últimas encuestas de intención de voto sitúan al Partido Popular con una clara ventaja sobre el PSOE. De celebrarse ahora las elecciones, los de Mariano Rajoy obtendrían una mayoría absoluta superior a la que lograse José María Aznar en los comicios del año 2000. Pero la diferencia actual –que será efímera- no debe justificar la pobre oposición que está ejerciendo el líder del PP frente a un Gobierno que, de tener un atisbo de dignidad, convocaría urgentemente elecciones anticipadas.
Los recortes improvisados por Zapatero (e impuestos desde el extranjero) han dejado una visible huella de descontento entre la población. La ventaja de los populares es de más de 10 puntos, cuando hace apenas una semana no superaba los 3. Es más, se daba prácticamente un empate técnico entre ambas fuerzas políticas. Pero este Ejecutivo se supera día a día y, enfrascado en su aparente objetivo de ser recordado como el peor Gobierno de la Historia de la Democracia española, logra cifras récord por méritos propios. No es que Rajoy haya llevado a cabo una estrategia desequilibrante, o haya abierto los ojos de los españoles con sus alternativas y propuestas, porque se da el caso de que Rajoy no propone nada. Sin embargo, el todavía ocupante de la Moncloa y sus secuaces son suficientemente ineptos como para dar una ventaja de semejante calibre al partido rival, fruto de su incapacidad manifiesta para gobernar el país.
El PSOE ya ha manifestado –qué sorpresa- la voluntad de su líder de cumplir íntegramente sus años de mandato: ZP piensa agotar la legislatura. Lo que no ha dicho abiertamente es que también pretende agotar la confianza extranjera en España, los fondos del Estado y la paciencia de los españoles.
Ahora es el momento en el que un líder opositor fuerte forzaría a su rival a doblegarse ante la evidencia. Pero Rajoy no lo hará, porque ni ha sido nunca el capitán que ha necesitado su barco ni ha mejorado tanto en la última semana. Es ahora cuando hace falta un “márchese, señor Zapatero”. Pero los tiempos de Aznar quedan ya demasiado atrás. Y, lamentablemente para España, tenemos Zapatero para rato.