Había sido un mes maravilloso. Cuatro semanas en las que los españoles casi nos habíamos olvidado de la crisis económica, de las cifras históricas de paro, del aumento del IVA, de las reducciones salariales, de las huelgas de transportes… Todo gracias a los chicos de la selección española de fútbol, a nuestros campeones en todas las categorías del motociclismo, al número uno del mundo Rafa Nadal, al incombustible Alberto Contador… El deporte nacional nos hizo soñar. Y volamos placenteramente en ese dulce sueño triunfal hasta que Zapatero abrió la boca y nos hizo volver a poner los pies sobre la tierra. Nuestra realidad es esta: la pesadilla continúa.
El anuncio público de poco menos que una conspiración con los nacionalistas para dar esquinazo a la decisión del Tribunal Constitucional sobre el Estatut a base de leyes en el Congreso fue la primera de las grandes perlas del líder socialista, tan empeñado en acabar con la unidad de España como en aferrarse a un sillón que le viene grande desde el primer día. Un presidente que se autodenomina democrático y constitucional no puede pasar por encima de la Constitución Española. ¿Acaso está tratando de imitar a su amigo, el bufón venezolano Hugo Chávez? Lo siento José Luis, en España no pasamos por eso. Es cierto que últimamente los españoles comulgamos con ruedas de molino y nadie protesta por ello. Pero tanto…
El de la ceja dice que no dudará en exigir más sacrificios a los españoles si es necesario, por lo que los ciudadanos deberemos seguir apretándonos el cinturón. Mientras, el Ejecutivo mantendrá su desmesurado gasto ministerial destinando fondos a carteras totalmente prescindibles y subvencionando medidas tan absurdas como las ya famosas de los traductores de lenguas autonómicas. Enhorabuena presidente, al final va a conseguir que España se ponga de acuerdo en algo: en que es usted un verdadero cáncer para el país.
Lamentablemente, contra este tumor que le ha salido a nuestra patria no parece haber otra solución que no sea el paso del tiempo. Los españoles sólo podemos cruzar los dedos y esperar que a nuestro bufón particular no le dé tiempo a destruir todo lo que llevamos tantos años construyendo. ZP no tiene el apoyo del Congreso, donde aprueba sus chapuzas mediante abstenciones. Tampoco el del Senado, donde se rechazan sus propuestas y presupuestos casi por sistema. Y ahora quiere enfrentarse al Tribunal Constitucional para seguir desmembrando la nación. ¿Cuándo vamos a despertar de esta pesadilla? Que llegue ya la Eurocopa, por favor.