Llevamos un año de Gobierno de Mariano Rajoy. Un año en el que al líder del PP le han llovido críticas de todas las tallas y colores por prácticamente todo lo que ha hecho. Y por todo lo que no ha hecho, también. Ha sido un año en que a pesar del esfuerzo del Ejecutivo de culpar a la herencia de la Administración anterior, no hemos vuelto a oír hablar de José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Zapa… quién? Ah, sí, ¡el supervisor de nubes! Ése, ése. Sólo que antes era además presidente del Gobierno.
Ahora resulta que una de las pocas obras de ZP que eran más o menos respetadas por la ciudadanía en general era, en realidad, otro pufo monumental. El Plan E, que se presentó en 2009 como la panacea que podía crear trabajos por decenas de miles e invertir hasta trece mil millones de euros en obras públicas, fue una medida desastrosa que además contribuyó a aumentar el de por sí exagerado déficit español. Ese que el PSOE dijo que había dejado en un 6% y que resultó ser del 8,5%. Una desviación sin importancia.
Esto de que el Plan E era una barbaridad lo decían ya los economistas desde hace tiempo. Pero ahora el Tribunal de Cuentas ha presentado un informe en el que se denuncia que las pequeñas obras promovidas y decididas por los ayuntamientos se realizaban sin licitación pública, entre otras irregularidades. En muchos casos no se abordaban nuevos proyectos, ni se creaban puestos de trabajo. Ni siquiera se producían mejoras en las localidades en las que se aplicaba. Además, según el informe, prácticamente en la mitad de los contratos no se producía la ejecución inmediata, otro requisito básico del Plan E.
En resumen, parece que la obra cumbre de Zapatero fue una amalgama de adjudicaciones a dedo y parches para terminar proyectos a medias que, además, no creó empleo y que costó muchos millones a nuestra economía. Obra maestra, digna de su autor.
Y mientras todo esto sale a la luz, el supervisor de nubes sigue sumido en su nueva ocupación. Espera, tranquilo. Vigilando nubes. Pensando en sus asuntos. Como si la cosa no fuese con él. Esperemos que en ese tiempo no se le ocurra otro maravilloso plan E-stúpido. Porque como se lo cuente a Rubalcaba y lo utilice, el PSOE puede echarse a temblar. Lo que les faltaba.