Las declaraciones del actor Guillermo Toledo, más conocido como “Willy”, en las que aseguraba que en el presente mes de mayo se irá a vivir a Cuba, han sido ampliamente comentadas en las redes sociales y los medios de comunicación. Después de tantas críticas –siempre destructivas- hacia España, el mediocre actor ha decidido irse al lugar en el que de verdad le quieren y donde además, cuando diga sandeces, le reirán la gracia en lugar de ridiculizarle como ocurre en su país natal. Podría llevarse con él a Candela Peña, para que el hijo de ésta pudiera estudiar como Dios manda a su lado. Pero eso es otro tema y da para otra columna.
Lo que llama la atención es cómo va a vivir en la isla caribeña el autoerigido en nuevo “Che Guevara español”, con ciertos toques de “Don Quijote” y unos cuantos más de “Mortadelo y Filemón”.
Toledo, como buen enemigo del capitalismo y amigo de la Revolución, será acomodado en Cuba por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Este organismo, que depende de su ministerio de Exteriores y gestiona las donaciones millonarias al castrismo, le preparará un visado especial de “compañero técnico extranjero” que permitirá al otrora “Richard” de 7 vidas comprar en tiendas selectas y acceder a clínicas distintas a las del resto de la población. Se alojará casi con toda probabilidad en una de las casas de protocolo del régimen, con servicio doméstico, aprovisionamiento completo de su despensa, vehículo gubernamental con chófer y seguridad privada. Por si fuera poco, además de ello el actor pretende que se subvencionen sus películas y obras teatrales. Casi nada.
Sabiendo lo que le espera, no es de extrañar que Toledo se muera por ir cuanto antes a Cuba. ¿A quién no le gustaría vivir en ese comunismo? ¿Cómo no nos hemos hecho todos revolucionarios antes, si allí viven así? Es de locos.
Viéndolo de cerca, llama la atención que tantos cubanos abandonen la isla cada año. Probablemente es que no conocen Cuba y la realidad de la revolución como el gran Guillermo Toledo. El imperialismo les ha cegado, y por eso huyen de allí en busca de otra vida, cuando podrían quedarse tomando mojitos con Willy.
Bye bye, Willy. No hace falta que vuelvas. De verdad.
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