……….Muchos en España no sabían quién era hasta hace un par de días. Y eso que las imágenes de sus convulsiones sobre el asfalto de la Vuelta a Asturias 2004 dieron la vuelta al mundo. Hay quien no le conocía, incluso después de haber ganado el Tour de Francia diez meses atrás. Así de escaso es el apoyo que le brindó el Consejo Superior de Deportes. Pero hoy nadie es ajeno a su nombre. Se trata de Alberto Contador, un joven madrileño de 25 años que acaba de coronarse flamante campeón del Giro d’Italia.
……….
……….Contador devuelve de este modo la ilusión a los aficionados españoles, que desde los tiempos de Miguel Induráin -con permiso de Olano, Astarloa, Freire y otros grandes ciclistas- no vibraban de verdad con este deporte, relegado a un segundo plano a causa de los escándalos de dopaje. A España le hacía falta Contador. Lo necesitaba. Pedía a gritos un campeón que volviera a tenernos pegados al televisor. Había pasado demasiado tiempo. Y Contador no falló.
……….
……….Alberto fue al Giro como quien va a un entrenamiento. Sin mayor aspiración que probar su estado de forma. Pensaba pedalear unos días, prepararse para la Olimpiada y la Vuelta a España -ya que su equipo sigue vetado en el Tour- y volver a casa. Pero sus ganas le pusieron donde se merece. En lo más alto del podio.
……….
……….Allí en lo alto del pedestal apareció también una figura que no sólo no participó en la carrera, sino que poco hizo por apoyar a nuestro campeón. Después de permitir que se pusiera en duda la honradez del de Pinto durante varios años y defender con escasa energía su implicación en la denominada “Operación Puerto”, el Secretario de Estado para el Deporte Jaime Lissavetzky se sumó a la foto triunfal. Es lo que tiene esto de mezclar el deporte y la política. Mientras unos se convierten en Contadores de hazañas otros son, cada día, más evidentes contadores de cuentos.
……….