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Miguel Ángel Rodríguez Caveda

Al otro lado del Atlántico

Un cierre de gobierno que tiene como rehenes a los ciudadanos

La última medida de presión del partido republicano en EEUU tratando de obligar a Barack Obama a retrasar la entrada en vigor de Obamacare no ha salido como esperaban. Las presiones del Tea Party -la sección más conservadora del partido- llevó este lunes a John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes, a ni siquiera someter a votación las propuestas de aprobación de presupuesto para octubre enviadas desde el Senado. Los republicanos tenían una misión: presionar al Presidente aceptando únicamente la aprobación presupuestaria si ésta tenía como contrapartida un parón obligado de la reforma sanitaria.
Con lo que no contaban los Marco Rubio, Ted Cruz y compañía era con la negativa radical de Obama y de su partido. Obama defendió que la reforma en el sistema de salud cuenta con la aprobación de ambas cámaras, está firmada por él mismo y refrendada por el Tribunal Supremo. Además su presupuesto es independiente del que se debate en el Congreso, por lo que la maniobra es puramente política, aunque sin duda puede acabar afectando directamente a la economía.
Este tipo de situaciones de “shut down” o “cierre de gobierno” como se ha llamado en España (en realidad debería ser cierre de Administración) se ha repetido 17 veces en la Historia de los Estados Unidos. Fue Jimmy Carter quien, a principios de los años 80, empezó a aplicar una ley ya existente que implicaba que no se puede gastar ni un céntimo de dinero federal hasta que el presupuesto para dicho gasto esté aprobado. Desde entonces, cuando se llega a esta situación de desencuentro político hay que mandar a gran parte de los funcionarios a casa suspendidos temporalmente de empleo y sueldo, hasta que se arregla el problema.
La última vez que sucedió algo así fue en 1995 con Bill Clinton en el poder. La Administración estuvo “cerrada” durante más de tres semanas. Fue un impacto económico importante para el país, pero supuso un golpe aún mayor para los republicanos. Y es que éstos, después de poner en jaque al Presidente y a los ciudadanos, fueron castigados duramente en las urnas con la reelección aplastante de Clinton.
Eso es precisamente lo que puede ocurrir de nuevo a los conservadores. Tener de rehenes a los ciudadanos no es la mejor estrategia cuando se pretende reconquistar la Casa Blanca. Los más experimentados congresistas republicanos han llamado la atención sobre esta situación, pero de momento no se les ha hecho demasiado caso. A medida que pasen los días, peor será su imagen ante los estadounidenses y más difícil su redención ante ellos.

 

Sobre el autor

El periodista asturiano Miguel Ángel Rodríguez Caveda analiza la actualidad de España vista desde Estados Unidos


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