Lo que está ocurriendo en Masterchef, programa que emite Televisión Española, es un insulto para los televidentes y para todos aquellos que, con nuestros impuestos, seguimos manteniendo a flote la deficitaria cadena pública estatal. De ser en sus inicios un programa ameno, sobre personas ilusionadas con hacer sus pinitos en el mundo de la cocina, ha pasado a ser un espacio en el que un reducido grupo de cocineros profesionales, especialmente amargados y estirados, aprovechan la mínima ocasión para dejar claro que pueden cocinar mejor que informáticos, dependientes, comerciales o jubilados. Algo que, por supuesto, se les presupone. Pero que, no obstante, recuerdan cada vez que tienen oportunidad, perdiendo además las maneras.
Después del lamentable episodio ya conocido de “león come gamba”, en el que Jordi Cruz pisoteaba a un concursante acusándole de mofarse del jurado hasta hacerle llorar desconsoladamente, el numerito de esta semana no ha sido para menos. El cocinero catalán decidió esta vez estampar boca abajo y romper en pedazos el plato de Pablo, uno de los concursantes, sin siquiera probarlo. Al grito de “estoy harto” y “deja de poner excusas y ponte a trabajar”, el de Manresa demostró que nada tienen que ver las estrellas Michelín con la buena educación. Un espectáculo lamentable y humillante, no solo para el participante sino para el espectador.
Aunque para nosotros sea nueva, la figura de juez “duro” en los realities no la hemos inventado en España. Ni Jordi Cruz, ni tampoco Risto Mejide, que podría ser la referencia directa en el panorama televisivo español. Éste es un perfil que lleva explotándose en programas internacionales durante décadas, aunque si hay alguien que de verdad puede llevarse la medalla de haber puesto “de moda” el personaje, ése es sin duda Simon Cowell, al que hemos podido ver como juez en American Idol y Britain’s Got Talent.
En nuestro país, Risto recogió con éxito el testigo en Operación Triunfo, creando un estilo nuevo para el público español. Un personaje al que sin duda ha sacado mucho partido. Pero, guste más o menos, él lo ha hecho con sarcasmo, acidez y siempre con inteligencia. No con mala educación, rabia incontenida o divismo exacerbado, como sí ha hecho Cruz.
La audiencia no es tonta, y a nadie le gustan los que abusan de la debilidad de los demás. La verdad, me habría gustado un Chester de los de Risto con Jordi Cruz, para ver si le bajaba los humos. Lamentablemente para el catalán, al buscar un chef al que entrevistar Mejide eligió a Dabiz Muñoz, que tiene mucha más clase y una estrella de ventaja. Se siente.
@rodriguezcaveda
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