Esta semana tan propicia para escribir de asuntos claramente dispares, como el reto soberanista de Cataluña o la enésima derrota de Mourinho -al borde de la destitución en el Chelsea-, nos permite establecer un paralelismo que a priori puede parecer naif, pero que tiene su base ampliamente cimentada: Artur Mas y José Mourinho son, en realidad, la misma persona. O, al menos, el mismo tipo de persona.
No hay que ceñirse literalmente a esa afirmación, claro. Lo que se quiere indicar es que tienen una personalidad y una forma de actuar llamativamente parecida. Aparte de su compartida y evidente tozudez, hay muchos puntos en los que sus caminos confluyen. Como si fueran hermanos gemelos separados al nacer.
Ambos son muy independientes, eso lo sabemos. El bueno de Artur no quiere saber nada de España desde hace unos años, y el special one Mourinho tampoco. Curiosamente, ambos profesaron su afecto por este país abiertamente en el pasado. El político confesaba en 2002 que un concepto como la independencia le parecía anticuado y no le atraía. Y el entrenador no tenía problema en reconocer que se sentía muy feliz en Madrid… hasta que le vinieron mal dadas, claro.
También coinciden en esa envidiable capacidad pseudo-divina para no hacer –nunca- nada mal. Si el portugués pierde un partido, la culpa es del árbitro o de sus jugadores. Si cae en una competición, es porque existe un complot contra su persona. Igual le pasa a Mas, que lamenta cómo la Justicia se ceba con él y con su partido simplemente para acallar su indiscutible liderazgo independentista. El blanqueo de capitales, el fraude fiscal y las comisiones del 3% son solamente una cortina de humo inventada por España para frenar su imparable figura libertadora. Malditos.
Sin embargo, cuando se gana un título de Liga o Copa, o se obtiene una mayoría de escaños –que no de votos- independentistas en el Parlamento Autonómico, esto es debido única y exclusivamente al líder carismático. Al que todo lo sabe. Aquél a quien hay que seguir a ciegas, porque marca el camino.
Lo peor, en ambos casos, es que los dos se creen esa labor de “mesías”, cada uno en su ámbito de trabajo. Por ello son amados por muchos… y odiados por bastantes más. Pero eso poco parece importarles. Son ‘Artur Mou’. Son especiales. Al menos, se consideran especiales. Y, lamentablemente, quienes les siguen a ciegas también lo ven así.
@rodriguezcaveda
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