Algunos republicanos ya le daban por muerto en la carrera electoral estadounidense, después de haber perdido una holgada ventaja en las últimas fechas frente a John McCain. Pero gracias al primer debate televisado entre ambos candidatos, el Senador por Illinois Barack Obama ha vuelto por sus fueros. Más sólido que nunca.
El debate fue como se esperaba: sin demasiados errores ni grandes golpes de efecto por parte de ninguno de los candidatos. Fue algo más parecido a una ‘toma de contacto’. Pero en política la imagen vale mucho, y Obama la tiene. No sólo por edad -su oponente es 25 años mayor que él- sino por su porte y compostura. Hubo, además, detalles clave para los más de 50 millones de estadounidenses que siguieron la discusión por la pequeña pantalla. Por ejemplo, el hecho de que McCain nunca mirase a su adversario, ni siquiera cuando éste se dirigía directamente a él. Obama, por su parte, quiso mantener contacto visual en todo momento. Un gesto inequívoco de confianza en sí mismo, que no pasó inadvertido para nadie.
El resultado está a la vista. A pesar de que los analistas hablaban de un “empate técnico” en el debate del viernes, las encuestas entre la población han dejado claro que, para los televidentes, el de Honolulu ganó el primer asalto. Y eso se ha reflejado en las primeras encuestas de intención de voto, publicadas el lunes. Todas coinciden en una ventaja para el candidato demócrata cuyo promedio se situaría en los 4,8 puntos.
McCain necesita cambiar su estrategia si quiere volver a darle la vuelta a la carrera presidencial. Aún quedan dos debates, que para Obama pueden significar la llave de la Casa Blanca. Hace apenas unos días dicha llave parecía estar bien guardada en el bolsillo del republicano. Ahora, con estos tres debates, Obama –sin experiencia militar- puede ganar la batalla a todo un veterano de guerra. Cosas de la política.