Hoy he ido a la concentración que con motivo de la huelga feminista del 8 de marzo tuvo lugar ante el ayuntamiento de Oviedo. Me parecía que debía apoyar una reivindicación loable. Igualdad para tod@s. Me alegró ver que justo delante tenía una pareja de gitanos cuarentones y me pareció meritorio que compartiesen esta reivindicación perteneciendo a un colectivo cuya tradición no reconoce un papel igualitario para la mujer (perdón por lo políticamente incorrecto de esta impresión). Esto es lo bueno de una convocatoria que quiere reunir apoyos, todo suma porque con divisiones no se puede conquistar ningún derecho.
Los eslóganes se adueñaron de la plaza de la Constitución una vez dieron las doce. Algunos clamaban contra el racismo, otros a favor de los inmigrantes, otros más apoyaban el ecologismo. Aunque no hay duda de que estoy de acuerdo con tales reivindicaciones no me pareció que debiesen mezclarse con una reivindicación feminista y desenfocar el objetivo de la jornada. Luego se añadieron otros más festivos como ¡Machista, machista, machista el que no bote! Ayer había ido al médico porque me dolía de rodilla y me dijo que podía tener un quiste de no-sé-qué, así que no salté y aunque lo hizo la mayoría de aquel gentío me percaté de que bastantes mujeres y hombres tampoco lo hacía. ¡Vaya, cuántos hay con la rodilla estropeada! Pensé ¿O serán machistas-masoquistas? Siendo machistas no parecía que quisiesen reventar el acto. La cosa empeoró cuando se nos requirió para agacharnos hasta tocar con el culo el suelo, siguiendo la consigna de las feministas argentinas. Tampoco pude, pero a mi alrededor como el diez por ciento de los asistentes también se mantuvo de pie. ¡Vaya, será para poner en evidencia a los machistas infiltrados o tendrán que justificarse con un certificado médico!
La fiesta continuó y llegaron los eslóganes anticapitalistas, así que pensé ¡Vaya, si alguien metió sus ahorros de toda una vida en acciones de Inditex es mejor que no aparezca por aquí! ¡Si una trabajadora de banca hizo hoy huelga tal vez es mejor que no se lo diga a nadie y cambie de trabajo! Luego los gritos fueron contra el feminismo liberal que equipararon a un machismo troyano. La comparación me sorprendió y me pareció desacertada. No creo que las mujeres estén tan sobradas de apoyos como para desperdiciar a una masa socialmente tan importante. No fui yo el único sorprendido. No estoy seguro si fue poco antes o poco después de este eslogan que una docena de miembros del partido naranja, entre los que estaban su portavoz en la Junta General del Principado, el candidato a sustituirle y algunas mujeres, abandonaron discretamente la plaza en dirección a la plaza del Fontán. Creo que hicieron bien, porque ya habían desaparecido cuando la maestra de ceremonias gritó un eslogan contra Inés Arrimadas.
¿Puede tener éxito un movimiento que pretende derribar barreras y techos de cristal levantando nuevas barreras que segregan a las mujeres por su ideología? Me sentí disgustado porque yo, varón, había ido allí por razones solidarias y justas y aquel acto, en contra de mis principios, segregaba a l@s que no estaban dispuest@s a tragar lo que se pretendía que fuera un pensamiento único. Mi problema lo definió Pío Cabanillas durante la transición tardía y es que yo tampoco sé ya si soy de los míos.