No puedo evitarlo, cada vez que veo la imagen de Greta Thunberg recuerdo a Judy Garland o al benjamín de los hermanos Jackson, pero sobre todo me acuerdo de Juana de Arco. Aunque ahora está en la cresta de la ola, su juvenil, casi infantil, imagen me evoca un delicado equilibrio entre el éxito y el desastre.
Greta, leyendo la prensa tuve la sensación de que cuando se anunció que venías a Madrid pareció que la cumbre del clima no era más que la excusa para que la archifamosa activista viniese a España, que tu verbo se hiciese carne y habitase entre nosotros, como cuando los Beatles actuaron el La Ventas. El mayor desafío de nuestra generación, por no decir de la historia de la humanidad, parecía reducirse a escuchar las palabras de una chica colocada en el foco de todas las cámaras. Greta, creo que antes que una líder eres una niña; pero no eres como el chaval que descubrió que el rey estaba desnudo, porque el problema que denuncias era archisabido cuando el mundo conoció tu carita tras tus insistentes quedadas ante el parlamente sueco. No dijiste nada que no se hubiese dicho antes, no inventaste nada, simplemente dijiste con toda claridad que no podías entender por qué se hacía tan poco por evitar el colapso y lograste movilizar a tu generación como nunca se había hecho antes con aquella llamada a la “Huelga escolar por el clima”. Por fin los jóvenes se manifestaban por un objetivo que no era hedonista, solo falta que no sea una moda pasajera, un simple gesto, porque hay algo mucho más importante que una toma de postura o la visibilización de un problema. Lo más importante, mucho más que tranquilizar la conciencia simulando que hacemos algo, es conseguir ese objetivo.
Está bien atravesar el Atlántico en un velero para no contaminar, pero la mayoría de los que tienen que hacerlo no pueden dedicar tres semanas a ese viaje y no debemos culpabilizarlos por eso, ni el océano puede soportar tal trasiego de barcos ecológicos, aunque solo sea por razones de seguridad. Tampoco creo que el vegetarianismo ecuménico sea la salvación para una especie cuyo linaje ha sido omnívoro durante millones de años. Nos encontramos ante un problema muy grave y no sabemos si los parches nos proporcionarán tiempo suficiente para cambiar radicalmente nuestro modelo de vida. Encontrar soluciones prácticas y efectivas es más difícil de lo que parece y la repetición de eslóganes, lejos de iluminarnos, nos hace cerrar los ojos con más fuerza.
Cuando se filtró que eras autista pude comprender mejor tu actitud: esa determinación que se inclina hacia el empecinamiento, la radicalidad obsesiva, esa fe sin fisuras, esa capacidad para decir lo que piensas con el desparpajo propio de tu edad, pero dotada de una habilidad argumental de niña prodigio que para nosotros quisiéramos muchos adultos. La versión actualizada del niño Jesús debatiendo con los sabios del Templo. De pronto, una desconocida dejó al mundo estupefacto. No es que otros revolucionarios no lo intentasen desde hace décadas, es que la prensa y el activismo ambiental descubrió en ti ese mirlo blanco que junta en el mismo cuerpo al Dr. Jekyll y a los chicos de ¿Quién puede matar a un niño? y se decidieron a convertirte en una nueva Juana de Arco. Ella escuchaba voces interiores que le hablaban de fe, milicia y política y la impulsaron a una tarea titánica e inverosímil que, a tu misma edad, la puso al mando de un ejército. Parecéis compartir el mismo perfil sicológico y tú también te has convertido, no sé si con tu consentimiento o arrastrada por la marea, en una estrella del santoral civil. Espero que los que te animan en tu tarea actual no acaben conduciéndote a una hoguera porque para algunos un final épico es el mejor destino para una heroína y para otros puede ser la traca final de un buen espectáculo mediático.
Me he fijado que tus imágenes casi nunca te muestran sonriendo, tal vez sea porque sonríes poco o a lo peor es que en este gran teatro del mundo en el que te has visto envuelta se acomoda mejor un rostro airado. ¿Quién puede tolerar una sonrisa mientras nos avocamos al desastre? A pesar de que pienso que lo mejor que se puede hacer con tu persona es dejarte tranquila, yo también te traigo a esta feria de las vanidades. Te pido perdón Greta.