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Carlos Ignacio Nores Quesada

Alguien tiene que decirlo

Son como niños (y 2)

Los ingleses te pueden reconciliar con el mundo. Ellos sí que son un pueblo progresista que ama a los perros de verdad

Querido Kino: Los ingleses te pueden reconciliar con el mundo y creo que hay un futuro para los perros. Ellos sí que son un pueblo progresista que los ama de verdad. No me extraña lo del ‘Brexit’ y de aquello más antiguo de que «hay tormenta en el Canal, Europa está aislada», porque da la impresión de que están mucho más adelantados que en el continente. Fíjate, cómo conducen por la izquierda, cuando ves un coche circulando, parece que es autónomo y que el copiloto va sentado tranquilamente esperando que el vehículo lo lleve a su destino, confiado totalmente en la máquina. Puede ser falso, pero da la impresión de estar en la época de ‘Los Supersónicos’, aquella serie de dibujos sobre una familia que vivía en el futuro.

Bueno, a lo que voy. En Inglaterra vi en un cuadrito una frase escrita con bordado en punto de cruz: ‘Una casa sin perro no es un hogar’. Más emotiva que aquella, también inglesa, que decía: ‘Mi hogar es mi castillo’, agresiva y guerrera. Hay heladerías que venden helado para perros, pero no tienen inconveniente en servir también helados a los humanos. En los pubs, no sólo entran los perros, sino que tienen golosinas caninas, porque también tienen derecho a consumir, ¿por qué iban a ser menos que las personas? He visto incluso que les ponen un sucedáneo de café llamado Puppuccino, como el café cappuccino, pero para cachorros (puppies), sin cafeína, servido recubierto con espuma, y todo, con tropezones de galleta. Y pensar que antiguamente los trataban como animales. Pero en los pubs se aburren y parecen más contentos cuando se van que cuando entran. Ay, se me olvidaba. En los pubs no dejan entrar a los gatos. No sé si es bueno o es malo, porque un gato no es un perro, por mucho que se empeñen los gatófilos, que en Gran Bretaña también hay muchos, pero si también son nuestros compañeros deberían tener los mismos derechos, igual que los periquitos. Y si no es por sus derechos, podría admitir que debería permitirse por los derechos de los humanos que no quieran prescindir de la compañía de sus mejores amigos.

Las playas están llenas de perros correteando y jugando en la arena. De hecho, en la mitad de las playas de Cornualles los perros están permitidos sin restricciones y en el resto sólo se prohíben en verano. Como tengas la mala suerte de vivir en una de estas, te quedas como aquí, sin que puedan disfrutar de la playa en la mejor época. Con lo que les gusta correr entre la gente y olisquear la comida que llevan. La ventaja es que con un recorrido de mareas muy amplio el mar cubre la arena diariamente, así que nadie puede protestar porque orinen, porque al día siguiente, la naturaleza, que es muy sabia, lo ha limpiado todo. En el día, alguien puede molestarse porque un perro haya meado a su lado, pero como hay pocas familias sin perro (ya sabes, una casa sin perro no es un hogar), no creo que suceda a menudo.

En una exposición de artesanía vi un letrero que reclamaba ayuda para mantener a dos bulldogs, uno inglés y otro francés (fíjate que hermandad más bonita) con un problema de espina bífida. No sé si pedían adoptarlos o si simplemente solicitaban una ayuda económica voluntaria para sufragar los gastos que una enfermedad tan terrible ocasiona. Y allí estaban los dos angelitos. El bulldog inglés tumbado en su cesta, adormilado, con unos pantaloncitos azul celeste bordeados de puntillas y sujetado por tirantes, que le tapaban el pañal. El francés se movía, pero tenía los ojos completamente rojos, como los de los vampiros de las películas. Estaba completamente ciego, y cuando pasaba un perro, aunque fuese por la otra acera, se ponía a ladrarle, porque lo olía, pero el pobre nunca acertaba a ladrar en la dirección correcta. Como no lo veía… Aquí cualquier desalmado pediría para ellos la eutanasia, como si no tuviesen alma, que ya lo dijo el papa Juan Pablo y, sin embargo, allí los mantienen con vida y con esperanza.

Últimamente, están retirando estatuas de los que hasta ahora fueron héroes nacionales, porque tenían esclavos y todo eso. A ver cuándo hacen un reconocimiento contra los maltratadores de animales por las peleas de perros, gallos y de otros seres y cuándo tumban las estatuas de políticos que permitieron tales brutalidades. Porque los gobernantes británicos siguen siendo crueles. Han prohibido los perros american bully XL, de modo que el año que viene tener uno será un delito penal, por el que el dueño puede ir a la cárcel y el perro ser sacrificado. Se está criminalizando una raza de animales cariñosos y apacibles, nobles y valientes, sólo porque sus dueños no saben mantener su lado bueno. Sólo porque han atacado a algunas personas y porque algunos desalmados los tienen para alimentar las peleas ilegales de perros. Unos los entrenan para ser agresivos y otros, por ignorancia o desidia, les permiten que afloren sus más bajos instintos. La culpa no es de los perros, sino de sus amos. Pero tampoco es una solución que los registren, castren y obliguen a usar bozal y a pagar un seguro muy caro y un impuesto que lo encarece aún más. ¿Por qué no lo hacen con las familias que tienen un miembro agresivo?

Bueno, te dejo. Como ves, todavía hay esperanza. Perdita.

En recuerdo de los Monty Python

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Sobre el autor

Profesor de la Universidad de Oviedo; zoólogo y por tanto observador de la vida en sus múltiples variantes


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