Cuando sales del cine angustiado, ¿es que la película era buena? ‘Cisne negro’ te desasosiega de principio a fin, te inquieta, utiliza una cámara en continuo movimiento siguiendo el cogote de Nataly Portman mañana, tarde y noche (hay que comprender al cámara, pero podía haberse estado un poco más quieto); te toca los eggs ¡vaya! Pero es también una obra de una belleza inigualable. Ofrece tal cóctel (asfixia, paranoia, demencia, confusión, perfeccionismo, arte) que aturde. Así, cuando se baja el telón, y piensas: ¿Qué pienso? Te salen todas estas palabras.
Dice mi madre, copiando a otra madre, que al cine quiere ir a ver solo ‘amor y lujo’. Lo demás ya está en la calle. Pero lo cierto es que ayer fue con las amigas a ver ‘Cisne negro’ dos horas antes que yo. Qué mal rato habrá pasado. Pero qué bien hecha está.
El ocho que le pone filmafinity, cuatro décimas más que a ‘El discurso del rey’ es digno de debate. Ambas serán las grandes películas de 2011, aunque, puestos a votar, yo me quedo con el tartaja.
Una cosa más: la danza y la gimnasia rítmica pal gato. El sufrimiento es sobrehumano y ha arruinado la juventud, o la vida, de muchas niñas. Por muy bonito que llegue a ser el espectáculo, el esfuerzo que hay detrás no me parece sano fomentarlo. Es como cocinar en casa una sopa de marisco. ¡Tres horas! No merece la pena por rica que esté.