Apetece fabular, la verdad. Ponerle cabezas humanas a la veintena de burrinos que habitan en el Paraíso del Burro, allá por Parres. Y ponerles igualmente grandes dientes para que sus palabras se conviertan en rebuznos. Pero sería degradar a los pobres bichos, que ni han faltado nunca a nadie al respeto ni se merecen tal depravación, ni seguramente serán tan burros como parecen.
Tendríamos al burro presidente de la comunidad, jozeluí, dando consignas diarias a sus compis. En estos días, les rebajaría la velocidad máxima por los praos de tres a un km/h, por aquello del desgaste energético en tiempos de crisis. Luego estaría, en un rincón aparte, mariano/marianosh, seseando y conspirando, con su boca sonrosada y unos pelilloshhh alrededor. “Con este jozeluí no vamosssh a ninguna parte, chicosssh”. Y asintiendo, moviendo sus cholas de arriba abajo, maríadoloreshh del burredal y shorallash saezdelaburrería; rebuznando ante el jefe y enseñando los dientones.
En otro rincón, tocando la guitarra, evocando tiempos de gloria e inauguraciones de obra nunca celebradas, Pipiño, quien, una vez dejada la cosa pública, se dejó melena cana y le creció aún más la nariz, lo que derivó en un híbrido tipo bob dylan en versión asnal. A unos pasos, cerrando la estampa, la oveja llamazarina, la más más protestona de todas; gasparina. Lo suyo era la publicidad. Le ofrecieron un contrato millonario en Norit y, protestona ella, lo rechazó. Quedó relegada a lanzar mordiscos a discreción en el paraíso de los borricos al que fue recluida….
Despertemos. Era un mal sueño. Estaros tranquilos, burros del mundo. Con este grupo de extranjeros diversos que os cuidan estáis a recaudo. En vuestro mundo de burros reburros, ningún ilustrado animal de cuatro ni de dos patas osará prestaros atención. ¡Disfrutad de vuestra estulticia!