Cumbre del PP en Baleares. Mariano Rajoy saluda al público y, entremedias, a Isabel Pérez-Espinosa, esa candidata aupada por él por decisión u omisión. No la distingue del resto y ella, consciente, comenta en alto: “Éste no se ha dado cuenta de que soy yo”. “Éste” es Rajoy, su jefe, el responsable último de que haya llegado adonde jamás soñó, adonde no debía, vamos. Ocurrió la primera semana de marzo.
Segunda semana de marzo, sábado: Rajoy entra al teatro de la Laboral en loor de multitudes. Unos pasos detrás, Isabel le sigue a rebufo, sin conseguir arrimarse. Una mujer se le echa encima para saludarla/besarla y ella no duda en deshacerse de la simpatizante con un mal gesto para seguir su carrera hacia el poder, al calor de Mariano. El “éste no se ha dado cuenta” y el mal gesto fueron retransmitidos el sábado por la tarde en La Sexta con luz y taquígrafos. Dos gambas, Isabel, nada propias de toda una candidata a la presidencia del Principado. Ay cuando te vea Gabino, Isabel, te va a tirar de las orejas. Mira que llevas años aprendiendo zarzuela con el alcalde de Oviedo y no han llegado a tiempo de refinarte para tan alta empresa como es la Presidencia del Principado.
Viniste al copetín navideño a Gijón, Isabel, y además de no dirigir la palabra ni el saludo a Pilar Fernández Pardo, con la que te besas y sonríes cuando hay cámaras delante, protagonizaste una discusión en la puerta del Ayuntamiento soltando bonitos tacos a voz en grito. No es que me escandalice, Isabel. Pero, qué se yo, a una candidata autonómica se le pide un poco más de finura. Y todos saben cómo te las gastas cuando no hay cámaras delante (en ocasiones, incluso cuando sí las hay, como cuando llamaste “hijos de puta” a los fotógrafos en el Ayuntamiento de Oviedo).
Qué le vamos a hacer. Es lo que tiene elegir un candidato a la Presidencia del Principado en una tasca. Se improvisa, se sale del paso, se manipula, se minusvalora la capacidad del ciudadano de discernir, pensando que votará una sigla a ciegas, y luego pasará lo que pasará, Isabel. Batacazo, batacazo, batacazo. A ver si aprendéis a tener respeto por los asturianos, que aunque tengamos coloretinos en los papos, tan tontos tan tontos no somos.