Esto de salir a la calle en precampaña es todo un espectáculo. O una pesadilla más bien. Empiezas el día por verlos en el periódico. Luego, cuando enciendes la radio, están ahí también. A la hora de comer, en la tele, no fallan. Y en el ordenador, al abrir los emails del curro, hay hasta cuatro seguidos con el mismo mensaje. Por si esta persecución no fuera suficiente, también veo políticos en la calle. Pero no de carne y hueso; eso tendría cierto mérito, sino de papel. Invaden nuestra intimidad desde grandes vallas publicitarias, tamaño pista de futbito, y no se cortan en brindarnos lo mejor de sí.
Ahí tenemos a Pilar, con el nombre más grande que los apellidos y una sonrisa profidén que no conoce ni su marido. ¿Dónde está esa sonrisa tan franca el resto del año Pilar? “Puedes confiar”, te responde. Y tú, receloso, te palpas el vaquero a ver si la cartera sigue en su sitio. Creía recordarla más avinagrada en las fotos del día a día. Le hacía más nariz. No sé. Notas que algo no cuadra.
Giras la mirada y entonces ves a Santi. Santiago Martínez Argüelles ahora es Santi, en campaña. El cartel, la primera impresión, es que se lo hizo el enemigo. Qué horror. Cero glamour. ¡Santi, que Pilar te va a comer la tostada si la gente se queda con lo del cartel! Estos socialistas qué poco glamourosos son. Uno no quiere ni pijerío ni cutrerío. Y cuando está en esa tesitura, en esa reflexión, se pega un susto. Incluso suelta un gritillo aterrado. ¡Javier Fernández! Ahhhhh. Sólo le falta detrás el tren de la bruja. Este hombre está mustio se mire como se mire. “Asturias, en serio”, dice. ¿Y lo de Tini, 12 años, fue en broma? Qué chorradas tan grandes. Parece el caballero de la triste figura. Transmite mal. Y no han conseguido cambiárnoslo ni con photoshop. ¡Cuenta un chiste Javier! ¡Suéltate!
Sigo buscando carteles, a ver si me convencen de algo. Veo uno de Morales. Bueno, tiene cara majo. Y lo es. Pero ese partido, ¿qué quiere decir exactamente? Poco más encuentro. Pilar, esa chica tan sencilla, está en todas partes. Santi prolifera como los champis. Y Fernández anda pegando sustos a la vuelta de las esquinas. Me faltan algunos. O no tienen perres pal cartel o, visto lo visto, prefieren hacer la calle. Miento. Acabo de caer en la cuenta de que también abundan ‘Isabeles’ en la cartelería. Si el caso de las Pilares ofrecía una dimensión bien alejada de la realidad, el de las Isabeles ni te cuento. Subida a la valla es todo dulzura esta chica; ahora bien si baja a tierra aprieta el culo y sal corriendo. Puro vinagre.
¿Queda alguien? Hombre, IU. ¿No se anuncian? Yo, al menos, no los he visto; no sé si es despiste, austeridad o, también, que a Jesús Iglesias la cámara no le realza mucho, salvo que se calce unas camperas y ponga sombrero vaquero, oye. ¿Y alguien más? No. Bueno sí. He visto en alguna carretera un gran toro negro, con una silueta impactante. Tal parece que vaya a rascar una pata en el suelo y embestir tanta cartelería ñoña. ¿Quien es? ¿A quién representa? Pregunteilo al Gabino, el de la yeguada, y me dijo: “FAC you”.