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Adrián Ausín

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La reina y los zánganos

No me refiero a la monarquía inglesa. Voy a hablar de abejas, lo siento. Aunque, la verdad, acabo de ver una fotografía de Pippa Middleton en sujetador, bailando con un británico en gayumbos,  y estoy confuso. ¿Abejas? ¿O realeza? Creo que lo mejor será ser fiel a la idea original, pues en las colmenas hay también mucha tela que cortar: hay una única reina dedicada sólo a poner huevos (1.500 en un día) y hay un grupo de zánganos, los machos del corral, cuya única misión en el mundo es fecundar a la reina. No la hincan. Pero hete aquí que cuando pasan la primavera y el verano y la colmena se prepara para la invernada, las obreras, todas chicas, les dan a los zánganos con la puerta en las narices. Literalmente, los echan. Y por lo general mueren, tal es su falta de costumbre de ganarse el pan (esta parte de la historia, en época electoral tendría un fácil símil. Lo dejo ahí).

Cuando empecé a leer esa maravilla llamada ‘La vida de las abejas’, de Karl von Frisch, pensé: Quién fuera zángano. Pero cuando avancé un poco más y vi su triste final cambié de idea. Los galanes con seis patas y dos alas no llegan al final de la película. Digamos que sufren sin margen de error un prematuro accidente de aviación que les casca el aguijón en dos. En la colmena los fabrican sin problemas para el año siguiente, sin necesidad de aguantarlos, ociosos, en la otoñada. En esa estación, menos activa, la colmena es exclusivamente femenina. Por eso si uno acerca el oído con sigilo oye un marabayu brutal. Están leyendo el Hola, comentando la guapa que estaba Pippa en la boda real británica, diciéndole una a otra ‘ay fía, mira que abdomen salió en esta foto’ y cosas por el estilo.

Imagina a 40.000 ó 70.000 abejas hablando a la vez. Esa es la población de una colmena. Ufff. Ni en la peluquería más concurrida el bisbiseo llegaría a esos niveles. Ellas curran dos estaciones recopilando miel y polen, y dedican las otras dos al ‘Hola’, libres ya de zánganos. Las obreras se quitan el traje de faena y, en ropa interior (como Pippa), cómodas, relajadas se dan a cotilledo sin más tarea que atender a su reina. Tan bien organizado está todo, que incluso tienen ‘larvas de reina’ en sus celdillas, más grandes y mejor alimentadas, por si a la jefa le da un chungo o si decide hacer las maletas con su personal de confianza y estrenar colmena en otra parte. Todo está previsto. Ni la sucesión monárquica causa alteraciones, ni la reina tiene familia política que le ponga en un brete. A Pippa, en la colmena, le habrían dado ya el destino de los zánganos, pues no está permitido ser más bella que la futura reina.

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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