Dicen que por la boca muere el pez. Ella cantó “Zapatero fue un error” en su momento más distendido de precampaña, desafinando, con voz un tanto temblorosa, acompañada de cantante oficial, el joven Kocina. Un desastre simpático. De ahí hasta la noche electoral del domingo 22, derroche de carteles, derroche de sedes por la ciudad (totalmente inactivas por cierto) y derroche de discursos estériles. El resultado, en su tercer intento consecutivo, casi 30.000 votos menos, pérdida de siete ediles (de 12 a 5) y un estribillo nuevo: “Pilipardo fue un error; uoó-uoó”. Eso es lo que le han cantado los gijoneses en las urnas; alto y claro, sin voz quebrada ni titubeos. Tres veces lo intentó, tres veces lo perdió y ésta, pese a la crisis, batió todos los récords negativos del PP gijonés. Sin embargo, de este partido no sabemos nada aún. Silencio sepulcral.
Han pasado 48 horas. Estamos ya a martes. Y aquí no dimite ni san pedro. ¿Qué tiene que pasar, Pilar, para dimitir? ¿A qué niveles de voto tienes que bajar? Por dignidad, por decoro, por justicia, porque sí, no cabe otra salida; máxime teniendo el refugio de Madrid en el Congreso de los Diputados. De ese ya sabemos que no va a dimitir; acabáramos. Pero de presidenta del partido en Gijón, de concejala del PP en Gijón… Su presencia, en caso de seguir, será el mayor lastre para la gobernabilidad en la nueva legislatura. Una mujer anónima para la política llamada Carmen Moriyón le ha adelantado por la izquierda y en cien días en la cosa pública ha cosechado 42.680 votos (por 28.253 del PP); ahí es nada. Pero Pardo no se ha dignado aún siquiera a llamar a Moriyón para felicitarla y decirle eso de: “Oye Carmen, aquí estamos para lo que necesites”. Su orgullo la mata. De forma que la mayor traba para erigir a Carmen Moriyón como nueva alcaldesa estará, sin duda, en el talante avinagrado de la candidata popular, que estará aún digiriendo el amargo sabor de la tercera derrota. Digiérelo en casa, Pilar; pero no vuelvas por favor. Deja que el PP se regenere y colabore, humilde, con la verdadera ganadora de estas elecciones. Todo depende de una sola cosa: anteponer el ego personal o los intereses de la ciudad.