Ya me dormía en el sofá cuando irrumpió Alaska en la tele. En su casa, tan fashion como siempre; y con Vaquerizo junto a ella. Entonces me entero de que dan los miércoles (y repiten otros días) un ‘reality’ en M-TV o no sé muy bien cómo llamarlo sobre su vida. Los dos en casa, los dos cenando, los dos haciendo las cuentas de fin de mes, ella yendo al aeropuerto a buscar a su madre, él haciendo la cena; luego él con sus Nancis, él en el dentista, él en un estudio de grabación; ella con la chacha, ella comprando unos trapitos para el niño que va a tener la chacha; ambos en casa de los padres de Mario diciéndoles que se quieren casar; él a sus 37, ella a sus 47. Todo muy divertido, irreal, entretenido; una vida que bien podría titularse: ‘La gran evasión’.
El mundo de sus sueños empieza con la decoración de la casa: tigres, pieles, contrastes, un cuadro de Bowie (bendito Bowie)… Tal parece un viaje en el tiempo a los felices ochenta, a esas canciones brutales de Kaka de Luxe primero y Alaska y los Pegamoides después y Alaska y Dinarama más tarde. Aún recuerdo aquel día de reyes en que tenía en el sofá ‘Deseo carnal’ y acabé colorado dando explicaciones a mi padre sobre aquella portada tan carnal. Música buena, óptima, alegre la de Alaska: ‘Tokio’, ‘Redrum’, ‘Bailando’, ‘Alta tensión’, ‘La línea se cortó’, ‘Un hombre de verdad’, ‘Qué piensas de los insectos’…..
Desde Alaska y Loquillo y Mecano y compañía, nadie les ha hecho sombra in Spain. Fugazmente Manu Chao (genial); divertidísimamente MacNamara. Y poco poco más. Aquella movida madrileña, aquella cassete que me llevaba al río Esla en Riaño, a mis 15 años, con Kaka de Luxe por una cara y ‘El ritmo del garaje’ por la otra se tornan en reliquia en este siglo tan carente de talento sonoro. Escribo y escucho a Lady Gaga en un intento de abrirme a los tiempos. Y me gusta. Recuerda a Madonna. Bien por Gaga. ¡Rubiaca! Mejor por Alaska, que ha encontrado sin duda en Vaquerizo un complemento ‘pegamoide’ perfecto para sus biorritmos.
¡Música, maestros!