El Sporting y el Barça tienen unas relaciones excelentes. Botía vino gratis, Preciado y Pep se llevan de cine, Luis Enrique hace de intermediario… Todo muy bonito. Pero en esa coyuntura idílica, los catalanes, que de euros saben un rato, quieren pescar de gorra, o casi. Su propuesta es llevarse a José Ángel sacando del bolsillo poco más de dos millones de euros y pagar el resto a años vista en función de objetivos. La ofensa, porque ofende la propuesta, se completa con su propósito de inscribir al defensa en el Barcelona B. O sea, que nos tratan de probinos, una vez más. Alegan en Gijón problemas de tesorería; mientras negocian le fichaje de Rossi (25 millones), Thiago Silva (25 millones) e incluso Cesc (tropecientos millones). Para eso hay dinero; para el Sporting hay calderilla.
A quien ha llamado a la puerta de Osasuna para preguntar por el otro defensa izquierdo de cierta moda, Monreal (25 años, frente a los 21 de José Ángel), le han pedido OCHO MILLONES de euros, pese a tener claramente menos proyección. Si lo quieres lo tomas y si no lo dejas. El defensa izquierdo es uno de los puestos con más dificultad para cubrir y en Osasuna, club con menos historia y menos caché que el Sporting, venden por el doble. ¿Por qué vamos entonces de probes por la vida? ¿Por qué clamamos a los cuatro vientos que quien ponga sobre la mesa 4 millones se lleva a José Ángel? Eso es devaluar la venta por anticipado. Sin duda, puede costar el doble. Lo primero que debe hacerse en este podrido mundo futbolístico es apelar a la cláusula, máxime si quien se interesa es el Barça; ya habrá tiempo de ajustar cifras o de aceptar cuatro, pero incluir a dos jugadores del Barça B en la operación. Hemos hecho demasiado evidente el deseo de vender al jugador y eso es un mal punto de partida. La postura inteligente sería rectificar: ‘El Sporting declara a José Angel intransferible’. A partir de ese comunicado ya llamarán a nuestra puerta con otro planteamiento. Y al que tenga dinero para fichar en Villarreal y Milán y calderilla para fichar en Gijón; tan sencillo como decirle NO.