La madeja del 22-M no se desenreda fácilmente y el tiempo se agota. Hoy se cumplen 16 días hábiles para alcanzar pactos, pero de momento está todo enrocado. Sólo se han dado a conocer renuncias hasta la fecha. Y ninguna es gratuita. Primero la de Paloma Sainz en Oviedo, tras bajar de 9 a 6 ediles. Tras ella está la nueva postura del PSOE carbayón, que se abstendrá en la investidura del alcalde. Es de suponer que Sainz se haya negado a esta incongruencia, pues supone regalar el mando cuatro años más a quien tanto han criticado durante dos decenios. Pero la cosa tiene trampa: también quieren quitarle a Cascos la baza de tener en su mano la llave de la alcaldía ovetense. El PSOE le bloquea esa posibilidad, pues Gabino ya no necesita a Foro, y deja sobre la mesa un extraño tufillo a pacto encubierto entre socialistas y populares. ¿Les suena?.
La segunda renuncia tampoco es gratuita. Javier Fernández avanza que no presentará candidatura a la Presidencia del Principado en la investidura, pese a que los escaños de la izquierda suman 20 y los de Foro en solitario, 16. El mensaje para Álvarez-Cascos es claro. Fernández le anima a no pactar con el PP, a gobernar en solitario. Le allana el camino para no tener que vérselas con Espinosa, Goñi, Aréstegui; ese trío de estrategas que aparenta mandar en el PP asturiano, movidos como guiñoles por De Lorenzo. La oferta es interesante para Cascos, pero también tiene truco: 1.sin pacto global Foro/PP, el PSOE mantiene sus alcaldías; con él perdería más de quince. 2.su gobierno estaría siempre a merced de los acontecimientos.
Tercera: la número 10 de la lista de Santiago Martínez Argüelles renuncia a su escaño en el Ayuntamiento de Gijón en favor del 11, hombre de confianza del candidato, abocado a sucederle en Hacienda en caso de gobernar. Sus argumentos no son claros. Porque la han obligado. Es lo que tienen estas cosas de las cuotas femeninas y otras servidumbres, que ponen por delante a una mujer y por detrás al hombre de confianza después de haber intercalado entre los puestos 2 y 9 las consabidas cuotas de poder (la íntima de la alcaldesa, el del SOMA, algún veterano…). De esas chapuzas en las listas y de poner tan lejos como el 11 al hombre de confianza, pensando que a once llegaban, han pasado a tener que forzar una dimisión antes incluso de llegar al cargo.
Hasta aquí las renuncias habidas, los aparentemente extraños movimientos producidos tras el 22-M. Quedan cinco días para pactar en Gijón y visto lo visto quizás todavía el PSOE pueda conservar su gran plaza asturiana. La Plaza Mayor. En el PP, entretanto, no se va ni blas. Se hunde el Titanic popular en Asturias con sus principales responsables agarrados a la barandilla de cubierta. Cualquier cosa menos soltarse, que en la calle hace mucho frío. Pilipé pasó del atragantón de la noche electoral a comprar otra ristra de modelitos para lucir de vicealcaldesa. Con un par. Ovidio, Espinosa, Goñi y Aréstegui se aferran también al cargo con la única responsabilidad de hacerle los coros al alcalde de Oviedo, que parece estar llevando al dedillo el guión de ese supuesto pacto de La Zoreda: Oviedo para el PP; Gijón para el PSOE. Y sin las renuncias reales, sin las necesarias, con Mariano silbando y la nave popular naufragando, Cascos parece abocado a gobernar en solitario y a barrer lo que queda del PP en marzo de 2012. Entonces igual Mariano despierta de su letargo y se da cuenta de que le faltan cuatro o cinco escaños para gobernar; justo los que tendrá Foro en Madrid.