Parecía una reedición de Psicosis, pero era el Pleno de Investidura. Ayer, a las seis de la tarde, en Canal 10, Gijón estaba pendiente de saber si tendría alcalde o alcaldesa. Nadie daba nada por seguro. La tensión se cortaba con cuchillo. Los rostros eran tensos. Las voces de la secretaria, de Arrieta, de Espina sonaban solitarias en medio de la muchedumbre. Si pasara una mosca se oiría su vuelo. Tanto en juego y Josecho jugando con su móvil. El Facebú es puro veneno para los sentidos; pero volvamos a lo principal. Y lo principal es que al final la alcaldesa es Carmen Moriyón. ¡Enhorabuena Carmen! Soy adicto a meterme con Pilipé, pero hay que reconocerle que obró ayer con rectitud (tras no dimitir): prefirió el mandato de los gijoneses al de Oviuan (fácil decisión) y ¿también? al de Mariano Mariano. Bien de todas formas.

Rostros secos en el PSOE, lágrimas y una alcaldesa saliente, toda una señora, que como bien dijo Moriyón, elegante ella, le deja el listón alto. Mencionó Carmen Moriyón las crónicas gijonesas de Carantoña, el ejemplo de Jovellanos e incluso a Quini. Prometió trabajo, mano tendida y humildad. Y creo que todos le creyeron, porque esta mujer es lo que parece y destila nobleza de espíritu. Es novata, pero quizá no venga mal una mente limpia en política, sin prejuicios ni servidumbres. La gestión en esta ciudad en líneas generales ha sido brillante. Hubo errores, pero el mayor, acaso, el cortijismo socialista, el puestín, una cadena de favores que se prolongaba ya demasiados años. Ventanas abiertas y aire fresco vendrán bien.

En el plano irónico; cuentan que en la tensa junta local del PP previa al Pleno, donde se votó el apoyo a Foro, presionó Ovidio por vía telefónica y presionó Goñi, allí presente, al transmitir a los asistentes una llamada en directo de Ana Mato en nombre de Mariano Rajoy para desautorizar cualquier voto favorable a Foro. A uno le cuesta creerse esa llamada e intuye al propio Ovidio con una pinza en la nariz haciendo el paripé con su inseparable Goñi, en un vodevil de despedida para intentar amedrentar a los gijoneses. Salvo cuatro votos en contra, el resto de la junta local se mantuvo en sus trece (bueno, en sus cinco), aunque los asistentes eran unos 25; y votó sensatez y generosidad. Las calles de Gijón os lo agradecerán.