Miras por la ventana y el sol ha vuelto a esfumarse. Anda por Andalucía y por Vallecas, donde anoche el Sporting no dio buenas sensaciones pese al engañoso empate. A ver si el gol de Bilic, siquiera de penalty, nos sirve para que lo fichen en Katar y nos ahorramos su megaficha. Ayer hizo un presunto buen día de playa, de esos con el nordestazo cortando la digestión y la mar picada, con lleno hasta la bandera. Un día engañoso, pero que sacó a toda la masa a los arenales, ávida de tostarse y de tener sensaciones propias de agosto. Pero ya se ha torcido, como mandan los cánones.

Tal es la escasez de días veraniegos que en internet ya han empezado a proliferar latiguillos cargados de retranca. ‘Me gusta el verano de Gijón, es el día más bonito del año’. ‘Fue muy bueno este verano, además cayó de sábado’. O ‘a los gijoneses nos falta un verano, el de 2011’. Así andamos por la city, mirando al cielo, implorando, lanzando plegarias. En junio hui doce días a Cádiz y eso me ha dado una reserva de placa solar para ir tirando. Pero para quien no haya podido hacer una escapada tiene que ser muy duro. Leo perplejo en EL COMERCIO que Asturias registra récords de cáncer de piel. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? Será por abrazar, de forma incauta, cada rayo de sol que se despista por esta tierra…

De noche, cuando el sol sale en los bares, se aprecia un cambio de tendencias. En plena Semanona, ayer, había cuatro gatos dispersos. Tras una cena de curro bien reída, aterrizamos en el (nuevo) Varsovia, el bar más guapín de Gijón en estos momentos, con un botellero de lujo adornando la pared y sus incomparables vistas al Muro. En ese bar donde tantas veces amanecí ayer nos metimos un copazo, ya en plan pureta, reposado, saboreado. Mirabas al horizonte marino y te preguntabas: ¿Hará bueno mañana? Pues no hombre no. Lo único cierto aquí es que la noche del viernes viene Alaska a meternos de lleno en un viaje espacial a los años 80. ¿Traerá al su Vaquerizo y a sus nancis rubias? Esos sí que son un sol.