Vas a la ITV como una vaca al matadero, como un estudiante a hacer un examen crucial para el que ha estudiado lo justito. Estás literalmente cagao y sonríes a tu examinador para caerle bien, por si las moscas. Haces lo que te dice con diligencia, le das la razón en todo y si te hace un comentario cotidiano lo aseveras con toda la energía del mundo. Acabo de volver de la ITV con la pegatina verde para dos años más y dudo entre enmarcarla o organizar una cena conmemorativa. El mérito tiene el valor adicional de haber llevado un vehículo de 28 años y 11 meses desde su matriculación. Es una vespa primavera, consustancial a mi piel a estas alturas de la vida, que fui dejando envejecer hasta que, en agosto de 2008, me la robaron tres rumanos. La cargaron en una fragoneta a plena luz del día y una vecina les tomó la matrícula. Esa fue mi salvación. Detuvieron a los tres y yo recuperé una moto sin sillín, sin luces, sin ningún ornamento adicional, con surcos de radial en el chasis; un despojo que, para sorpresa de los policías que me la devolvieron, arrancó.
Aquello fue una señal. Yo dudaba entre darle un digno entierro o gastarme los cuartos en una rehabilitación integral. Entonces apareció un fanático de las vespas en mi camino y la puse en sus manos. Diez meses después me devolvió un producto de museo. Casi me costó tanto como comprar una nueva, pero mereció la pena. Pese a su segunda o tercera juventud, al ir a la ITV uno piensa en los catarros de la moto: la palanca de arranque está algo caída y el cuentakilómetros no funciona, aunque a priori no miran ninguna de las dos cosas. Detrás de un gesto serio, el tipo que me atendió fue mostrando una cara cada vez más amable, que derivó en un trato cordial. Al final, me puso el sello y me dio la pegatina; y yo respiré aliviado como quien pasa una prueba vital. La moto había cumplido. Pero tan bien quedó que se relajó para la despedida y no hubo manera de arrancarla de nuevo. Me alejé unos pasos del flamante examinador y tuve que ponerla en marcha a la carrera para salir de allí como alma que lleva el diablo.