La última película de Roman Polanski, genio y figura, presenta dos defectos. El primero, no ser una película. Uno va al cine a recrearse en un film del director polaco y le cortan el rollo a los 70 minutos. Podríamos llamarlo un corto largo, una película corta o teatro en el cine. Pero lo cierto es que las buenas esencias se sirven en frasco pequeño. El segundo tiene que ver con la exageración. No resulta muy verosímil la vuelta, por dos veces, a la casa del matrimonio invitado, ni tampoco el cabreo increscendo de todos los protagonistas.

Dicho esto, los cuatro actorazos en escena dan muchísimo juego al espectador con unos diálogos que no tienen desperdicio. Al principio, tenemos un cabronazo y tres sujetos políticamente correctos, muy sociables ellos. Al final, tenemos cuatro cabronazos. Polanski va desnudando el revestimiento social de los personajes, las buenas maneras propias de situaciones urbanas hasta dejarlos a todos en pelota picada. Empieza el film con un personaje guiado por ‘un dios salvaje’ y acaba con un rebaño. Se ríe Polanski de la sociedad en una adaptación teatral concebida durante su larga reclusión en Suiza. A sus 78 años, aunque haya pasado media vida de aquello, ha de arder aún en su interior el asesinato de su esposa, Sharon Tate, embarazada de ocho meses, en su casa de Los Ángeles mientras él rodaba en Londres. Que se cruce en tu camino una secta satánica ha de dejar huella y un gusto inevitable por todas aquellas obras en las que se desnudan las vergüenzas de la naturaleza humana, aunque salgan todos vestidos en un pisito muy apañado con vistas a Manhattan.

Polanski es, junto a Woody Allen, el mejor director de cine vivo. Opino. ‘La semilla del diablo’ constituye una obra maestra, a la par que premonitoria de su propia vida. Su tarareo final te acompaña durante días después de verla metiéndote el miedo en el cuerpo. ‘El pianista’ es quizá la mejor película que se haya hecho sobre la barbarie nazi. ‘El baile de los vampiros’, un descojone. ‘La muerte y la doncella’, profunda. ‘El escritor’, muy interesante… Me viene a la mente un documental sobre ‘La semilla del diablo’ en el que el entrevistado, creo recordar que el jefe de fotografía, explicaba muchos detalles de la película, que en VSO se titula ‘Rosemary’s baby’. Él contaba cómo no daba crédito a darle ese nombre y no mostrar en toda la película al bebé. ‘¿Vas a llamarla ‘Rosemarys baby’ y no vas a enseñar a la criatura en ningún momento?’, le preguntó a Polanski. ‘Exactly’, le replicó éste. Cuando remachó la anécdota, el jefe de fotografía pronunció un ‘Exaaaactly’ profundo, alargado, fascinado; mientras yo tarareaba el final de la película.