Voy al cine. Dudo entre ‘Drive’, ‘El topo’ y ‘Sherlock Holmes 2’. El cuerpo pide evasión y opto por el famoso detective. En los cines Centro, en la sesión de las 7.30, estamos seis personas. Si la película del año pasado fue divertidísima e ingeniosa, con un Londres espectacular y dos actores, Robert Downey Jr y Jude Law, que han hecho muy buena pareja en su versión trasgresora del tradicional Holmes; la segunda entrega mantiene el espíritu: los actores siguen estando muy bien, hay situaciones ingeniosas y grandes imágenes. Pero la trama pasa a
un segundo o tercer plano, en tanto que la película acumula un exceso de peleas/golpes/tiros/escenas a cámara rápida; demasiado ‘ruido’. Con todo, siendo una película manifiestamente inferior que la anterior, uno cumple sobradamente el objetivo de evasión/diversión que le lleva al cine.
Al la salida me doy cuenta de que he perdido el móvil. Vuelvo a entrar al cine y la chica, maja ella, ya lo tiene en su mano. Hablamos un poco. Le sugiero que traigan de una vez ‘The artist’ (que he tenido la suerte de ver en una escapada a Alicante) y me explica que a veces no sólo es querer. De algunas pelis, dice, hay muy pocas copias recorriendo España y hay que ponerse a la cola. Pero lo cierto es que la están dando en Oviedo; no en Gijón. También me cuenta, a pregunta mía, que los currantes de las salas apenas ven películas, a diferencia de lo que imaginaría cualquiera. Os pondréis las botas, ¿no? Pues no. Es su lugar de trabajo y, claro, cuando acaban tienen ganas de marcharse para otro lado. En casa de herrero, cuchillo de palo.
Con sus reflexiones y con el móvil, tiro para casa. En la calle Cabrales, en la casa de la Palmera, una persona está cerrado con llave la verja de entrada. Es José Luis Cienfuegos. Pasan las diez de la noche. Cierra la verja con una mano y habla por el móvil con la otra. Le imagino en ese bonito edificio recorriendo paredes con la mirada, repasando vivencias, ordenando papeles. Dejar la dirección del Festival de Cine 16 años después tiene que ser duro. Desde el Ayuntamiento han dicho que “ningún trabajo es eterno”. Han apostado por el gijonés Nacho Carballo para darle un nuevo giro al FICXixón. Y ha estallado el escándalo. La noticia ha sido una bomba nacional en las redes sociales. Incluso ayer hubo una manifestación en la Plaza Mayor. Una cosa parece evidente: no se han dado argumentos sólidos. Antonio Ripoll ha llevado las riendas de la cultura avilesina tropecientos años sencillamente porque ha sido un hombre genial. En el caso de Cienfuegos, el éxito del festival es incuestionable. Si hay un lado oscuro en su gestión debe ser explicado. De lo contrario, mal negocio habremos hecho.