Voy a ver a mi little broder al Hospital de Cabueñes. Le han operado de rotura de ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha cuatro días atrás. Está esperando el alta, tumbado en la cama, con la pata tiesa vendada desde el tobillo hasta casi la ingle. Anda navegando por internet en el móvil y no sabe si saldrá antes o después de comer. Hasta ahí todo normal. Aparentemente. Lo cierto es que le han operado de rotura de ligamento cruzado cinco años después de que rompiera el ligamento cruzado y el menisco. Entonces se negaron a operarle. No era ‘urgente’, a diferencia de los casos de esos seres que llenan urgencias a diario por asuntos de lo más banales. Ocurre que hace año y medio, otro médico se percató de que su rodilla empezaba a desaparecer al hacerle la resonancia que llevaba esperando todo ese tiempo. Presentaba un desgaste peligroso. Entonces, y solo entonces, entró en lista de espera. Así hasta enero de 2012, cuando por fin le operaron. Le extrajeron un tendón de no sé dónde y unieron el ligamento roto (el menisco le había soldado solo). Luego le dijeron que, de aquí en adelante, por los siglos de los siglos, no corra ni salte. Podría romper la rodilla. Y eso con 34 años. Y eso desde los 29.
El cuadro médico de mi little broder se completa con los consejos. En estos cuatro días en Cabueñes le han dicho que, una vez esté en casa, apoye el pie, que no lo apoye, que lo apoye al 50%, que tenga la pierna estirada, que no, que le ponga un cojín debajo… Que haga el pino…. Y, por último, lo más importante: que cuando le quiten las grapas la próxima semana empiece una rehabilitación intensiva. ¿En Cabueñes? Ni de coña. Allí hay lista de espera. Que vaya a un fisio privado, donde recuperará salud pero dejará la mitad del paro, pues justo el día que le operaron se quedó en el paro.
Podría decir alguien: mala suerte. Podría añadir yo: ahora hablaré de un tío abuelo político. Octogenario él, fue desahuciado en Cabueñes el año pasado: cáncer sin solución. Ese fue el veredicto. La familia empezó a ‘despedirse’ del hombre, siempre simpático, alegre y vital, pero con unos dolores que pa qué. Sin embargo, en enero, lograron que le operasen. Pese a su edad, querían intentarlo, luchar por la vida, vaya. Le operan y ¡tate! No era cáncer. Era una ‘piedra’. Se la quitan y el hombre está como unas castañuelas. A estos dos casos, de enero de 2012, no del pleistoceno, ni de historias de terceros, podría añadir más, todos de ámbito familiar e incluso personal. Pero no es cuestión de aburrir. Uno no quisiera dudar de la profesionalidad de los médicos, ni de sus buenas intenciones. Sí duda en cambio del Hospital de Cabueñes en su conjunto, quizás de su masificación, que lo hace ingobernable, o de que paguen justos por pecadores, esos que llenan las urgencias por un catarro, pero que nunca van cuando hay partido televisado. Cinco euros por ir a Urgencias y dos euros por ir al médico de cabecera (con exenciones en función de ingresos) aliviarían un 20% hospitales y centros de salud. Seguro.
Cuando cayó el avión de Spanair en Barajas, en agosto de 2009, en un hospital cercano pidieron por favor en Urgencias que aquellos que no tuvieran nada grave se fueran a su casa, pues había ocurrido una catástrofe y no sabían a ciencia cierta cuántos heridos iban a recibir. La sala se quedó vacía en cuestión de segundos. Si se hiciera esta misma prueba en Cabueñes, todo lo más quedarían sentadas cinco o diez personas. La piedra del tío abuelo político quizás se hubiera manifestado entonces como tal y a mi hermano igual le hubiesen podido atender cinco años antes.