Napoleónico, polemista, lenguaraz, bajito, con mala leche, experto, prota, estratega. Así es Javier Clemente, ese bilbaíno de Baracaldo, de 61 años, aficionado a reconvertir defensas como delanteros y a hacer jugar a los delanteros como defensas; todo ello con el objetivo de hacer un catenaccio a la vasca que en el Athletic, en el Español y en la Selección (a veces) le ha dado buenos resultados. Ahora toca el catenaccio a la gijonesa en 16 jornadas de vértigo para lograr el milagro de la permanencia.
Clemente no provoca indiferencia. Es visceral, directo, pillo y tiene tablas en eso del fútbol. ¿Lo que necesitábamos? Quizá sí. Hombre, muchos hubiéramos preferido a Benítez, a Juande, a Gorosito o a Valverde. Pero hay que pisar tierra, ver el mercado y decidir. Y en ese escaparate de invierno no había muchos ‘hombres milagro’ con un ticket de compra asequible. Así que por probar nada perdemos. Agotado el romance con Preciado, que había dado este año claros síntomas de pérdida de chispa, la opción Tejada duró apenas dos semanas. Hubo mejoría contra Osasuna, pero la debacle de Valencia le pasó factura. Y así pasamos de un técnico de Bilbao (majo él) a otro de Baracaldo. Mecaguenlashostias, no salimos de territorio vascuense, pues.
Elegido Clemente, con más o menos acierto, no nos queda otra. Gijón debe ser clementista a muerte. Tenemos un único boleto de la suerte. Y debemos apostar por él cada día, cada semana, cada partido, aunque se perdiesen los tres primeros, aunque ponga once defensas en la alineación. Él sabrá. Al menos, saldremos más en los telediarios y veremos si empezamos a pescar puntos, que es de lo que se trata. Con once atrás defendiendo y un gol con la chepa en el minuto 91. O ganando 1-4 fuera de casa con goles de Gregory, Iván y Botía. Nos vale todo lo que sean resultados. Si las cosas fueran bien, incluso ha anunciado que se plantearía jugar bonito. Pero de momento eso está descartado. Vamos a defender como lobos y buscar un contragolpe. Si ganamos así al Atlético de Madrid empezaremos a ver la vida de otro color. Y si no al menos lo habremos intentado.