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Adrián Ausín

Campo y playu

Las formas invernantes

En los árboles, además del tronco, las hojas y los frutos, se instalan a veces unos seres con ánimo de quedarse a vivir una vida plena. O sea, vivir de gorra, echarle cuento, no dar un palo al agua. E incluso de tanto chupar del bote acabar matando al casero al introducirse en su tronco y cortar por lo sano el ciclo vital de la savia. A esos seres los llama mi suegro las formas invernantes; una bonita nomenclatura para identificar problemas: hongos, líquenes, larvas, microinsectos como el pulgón negro, el pulgón verde, el pulgón lanígero; mil y un putadas a las que debes combatir. De lo contrario se irán adueñando del terreno hasta dejar tu foresta hecha unos zorros.

El pasado sábado pasó el suegro por el prau. Me hizo un arreglillo en la segadora y emitió un terrible diagnóstico al observar un manzano de cuya poda estaba yo especialmente orgulloso. Mira cómo quedó. Entonces él se fijó en unas manchas verdosas, esos líquenes que te hartas de ver en los robles cuando andas por el bosque, pero que, ay amigo, en un manzano son una sentencia de muerte. Me mandó rasparlos y, a su término, fumigarlos con cobre e insecticida. Repasé el prao y empecé a ver formas invernantes en todos y cada uno de los árboles. Así que inicié la tarea el domingo y la completé el lunes. Durante seis o siete horas, ayer, permanecí colgado de los árboles con una pequeña navaja en la mano raspando formas invernantes. En cada axila, en cada curva, en pleno tronco, por todas partes, había líquenes verde claro. Me estiré sobre gruesas ramas como una serpiente pitón, me colgué desde cinco o seis metros raspando aquí y allá. Cuando el sol se puso yo me movía ya como un chimpancé por los árboles y mis formas invernantes se esparcían hechas añicos por el suelo, por mi pelo, por la camiseta, por mi propia piel…

Salí entonces al Muro a tomar oxígeno. También acabé tomando sidra con la esposa y unos amigos que nos topamos en la Escalerona. Hablamos de Clemente, de los Oscar, del churumbel que han tenido y de las formas invernantes. Al llegar a casa y quitarme los zapatos, sobre el parqué de la habitación distinguí una pequeña presencia verdosa: un trozo de liquen del prau. La forma invernante me había perseguido hasta el dormitorio, se quería meter en mi cama e ir trepando por mi pierna mientras dormía hasta adueñarse de todo mi cuerpo. Hoy, al despertar, me miré en el espejo con la duda de si vería un hombre blanco o un bicho verde. Afortunadamente, seguía del mismo color.

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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