>

Blogs

Adrián Ausín

Campo y playu

Cuando fui una estrella televisiva

Hubo un tiempo en que fui una estrella televisiva. Apenas se enteraron la familia y cuatro más, pero mi vida cambió por completo. Toda ella giraba en torno a aquella visita semanal a los estudios de la difunta Tele Gijón. Aquella cadena innovadora, de la que cogería la batuta años después Canal 10, tenía un largo programa por las mañanas que incluía un resumen de prensa de media hora larga de duración. Un periodista de EL COMERCIO se presentaba en Tele Gijón y comentaba con la presentadora, en vivo y en directo, las noticias del día. Ella las leía, salían destacadas en la pantalla tal como las publicaba el periódico y tú las ampliabas. Eran cuatro o cinco noticias objeto de debate, el programa se emitía más o menos de una a dos de la tarde y no había margen para la rectificación.

Durante meses fue mi compañero Jota quien desempeñó aquella labor. Pero un buen día me endosó el chollo. Eso de ir a un programa en directo abrió la caja de los truenos (de los nervios) de par en par. Así que un servidor pensó: mejor beber un poco. Una hora antes de la cita en Tele Gijón entré al Mesón El Silo, junto al periódico, y pedí un martini. Lo bebí como en el Oeste. Pedí otro. Ídem. Y un tercero. Con tres martinis en el cuerpo allá me fui a media mañana. En la sesión de maquillaje me sentí famoso. En el estudio, acorralado. Mucha luz, una presentadora joven, de mi edad y las cámaras apuntándote como una ametralladora. Mis terrores se acumulaban: si me trabo, si no sé bien qué decir, si de repente me da por echar la pota (por aquello de los martinis). Todo ello en riguroso directo para los gijoneses. Imaginaba titulares al día siguiente: ‘Periodista de EL COMERCIO pota en directo en Tele Gijón’. Cosas así. Pues con aquel miedo escénico, salí como pude de aquella primera cita. No salió del todo mal, aunque al repasar la grabación en casa te daban arcadas de oír tu propia voz o de escuchar determinadas frases demasiado coloquiales. A la semana siguiente rebajé la dosis a dos martinis. A la tercera, a uno. Así llegué a la cuarta, en la que me presenté con ‘cero alcohol’ en las venas. ¡Con dos cojones! Me creía ya domesticado para la televisión, hasta tal punto que llegó a producirse un incidente, no del pelo del de Anne Igartiburu y Mariló Montero, pero sí significativo para mi corta experiencia.

Cuando estaba en maquillaje, llegó la presentadora para saludar, maja ella, y avanzarme las cuatro o cinco noticias que iba a destacar, con objeto de que pudiéramos aclarar o retocar alguna cosa. Con cada una nos extendíamos igual cinco o diez minutos. Aquel día la penúltima era de economía, un tostón del que no tenía ocurrencia alguna que comentar. Por ejemplo, ‘Arcelor programa para su segundo horno alto una línea de galvanizados’. Así que le dije: esa cámbiamela por la que quieras, que de eso no tengo ni idea. Ah, vale; replicó. Llega el programa en directo y llega la cuarta pregunta. Se destaca sobre la pantalla la página de Economía donde dice ‘Arcelor programa para su segundo horno alto una línea de galvanizados’. Yo miro a la interfecta con cara de asesino. Ella hace como si no pasara nada. No sé si se ha olvidado de mi petición o se la ha comido con patatas. Me apetece matarla, pero estamos en directo ante los honorables gijoneses. Entonces llega la preguntita: ‘Bueno, Adrián, Arcelor programa una nueva línea de galvanizados, una iniciativa interesante en estos tiempos que corren´. Algo así, más o menos. La miro de nuevo con cara de criminal, decido in extremis invertir la putada y contesto un escueto: “Efectivamente”. Punto y final a los cinco o diez presuntos minutos de comentario. Ella entonces me mira sorprendida, quizás recuerde nuestra conversación de camerino y se hace un silencio sepulcral. Dos, tres, cuatro, cinco segundos. Entonces se da cuenta de que le he dado la vuelta a la tortilla. “Efectivamente” es todo mi comentario. La chica reacciona como con un espasmo, salta a la última cuestión prevista, el Sporting, y nos pasamos veinte minutos hablando de su nuevo entrenador, Montes, en la temporada del récord de puntos (en negativo) que nos llevará a segunda de cabeza. Después de aquel día llegó el verano, el programa se suspendió y esta estrella televisiva que les habla no volvió a Tele Gijón, no sé si castigado o simplemente escaqueado, al cambiar el formato del programa.

Olvidada aquella experiencia, volví a la televisión varios años después, a Canal 10, a un debate preelectoral con Churruca, el de Izquierda Unida. Lo volví a pasar fatal, pese a la buena compañía de Juan Neira. Entonces pedí en el periódico que me olvidaran de una vez para semejantes enredos. Pero este mismo año 2012, allá por mayo, cuando el Sporting aún tenía una leve cábala matemática para salvarse, a falta de dos jornadas, con tanto ahínco expliqué en la redacción que aún no estábamos descendidos que dijo el director: Eso lo cuentas en un vídeo. No supe, o pude, negarme. ¡Todo por el Sporting!, pensé. Así que grabé una parrafada en solitario, metido en una pecera del periódico, en la que explicaba que por increíble que pareciera aún nos salían las cuentas de la salvación. Y no contento con eso, el vídeo rebasó las mil visitas, propuse que la redacción entera grabara la semana siguiente un mensaje de ánimo al Sporting, pues llegamos a la última jornada aún vivos. Fue aquel un vídeo memorable, divertido, animadísimo, ingeniado por Eva Mayordomo, con el que espero haber puesto fin a mi estrellazgo televisivo. Y a los martinis.

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


septiembre 2012
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930