Sólo les falta el sombrero a este par de cowboys. Con él bien podrían pasar por los gobernadores de Arkansas y Ohio en un acto electoral. Sin él se quedan en su condición de cariacontecidos líderes del socialismo gijonés y asturiano. Ambos subieron al estrado el pasado domingo, en la Feria de Muestras, ataviados como si fueran hermanos gemelos de la antimoda: zapato negro, pantalón vaquero descolorido, camisa clara y americana negra. Un estilo arreglau pero informal que vivió sus días de gloria allá por los años ochenta/noventa, pero que dos decenios después ha quedado un tanto trasnochado para un alto cargo con pretensiones. Si a eso le sumamos que los dos cowboys del socialismo asturiano tienen una reducida capacidad para el chiste, que son comunicólogos, digamos, de baja densidad, en el aburrimiento de los discursos uno no puede más que fijarse en la indumentaria y entones es cuando todo se desmorona: ¿Irá el de Serín con esos vaquerucos descoloridos a los consejos de administración de Cajastur? (aún no nos ha dicho por cierto cuánto gana) ¿Pondrá el vaqueruco blanquecino el de Mieres para representar a Asturias en Madrid o en Bruselas? Para esas empresas, quizás opten por el traje de enterrador, ese riguroso negro que puede facilitar que nadie se fije en ellos. Pero para jugar el partido en casa, en nuestra vetusta Feria de Muestras, apuestan por el arreglau pero informal para decir eso de compañeros y compañeras con tono desmelenado. Umm, no sé por qué me da a mí que algo falla en esta foto. Encajaría bien en un estado desértido de EE UU, donde también estaría permitido cambiar el zapato negro por bota campera para completar la figura de magnates del petróleo en campaña. Pero aquí…
Ahora bien, si de estos caballeros de triste figura queremos pasar a embelesarnos con una dama bien vestiduca (que pa eso ye de derechas) recientemente encumbrada a la presidencia del PP asturiano la empresa no resultará menos dificultosa. En sus discursos uno trata de hallar una frase ingeniosa, algo de cosecha propia, un destello de brillantez; pero nada. Cincuenta años después, no se logra escuchar nada más que un tono monocorde, pausado, lento, masticando palabras como si fueran saliendo de una ‘caja negra’ escondida en el bolso que van modulando desde Génova; no se vaya a equivocar. Tal parece Ovidio Sánchez con peluca rubia. En una equivalencia con el serial de ‘La guerra de las galaxias’ este relevo podría titularse ‘La nada. Capítulo II’. Sin embargo, haciendo las funciones de C3PO (ya saben, el andoride metálico que acompañaba a R2D2), ha mantenido en plantilla a todo un secretario general para acompañarla en las tareas de estado. Con ese prohombre que repitió octavo de EGB y no acabó la carrera de Derecho y esa promujer tan distante del pueblo gijonés, pese a que diga ahora que somos la niña de sus ojos, uno mira a un lado y a otro y se queda más que perplejo, helado más bien. Dos cowboys extemporáneos y dos autómatas del sueldín, que se ubicarían mejor en un rodeo americano intentando domar al toro bravo o en una secuela de Star Wars haciendo las funciones de R2D2 y C3PO. Así por lo menos podríamos ir al cine a pasar un buen rato. Porque aquí, en la vida real, como dice la ranchera, no podemos más que llorar. Llorar y llorar…