Juan Ramón Lucas y lo público | Campo y playu - Blogs elcomercio.es >

Blogs

Adrián Ausín

Campo y playu

Juan Ramón Lucas y lo público

Cuando Juan Ramón Lucas invitó el pasado fin de semana a su audiencia a abrir un debate sobre la radio y la televisión públicas, dudé. ¿Hablo o no hablo? Juan Ramón Lucas estaba dando la clase magistral del 25 aniversario del máster de El Correo ante un centenar de exalumnos, el propio director de El Correo y una nutrida representación de Vocento. Yo estaba entre el público como único representante de la tercera promoción y la esposa, como única representante de la décima. El resto, en general, eran de las de los últimos años. Sólo me aventajaba en vejez un alumno de la primera. El caso es que, en ese bonito ambiente periodístico, en el moderno edificio universitario situado junto a la torre Iberdrola, en Bilbao, se combinaban el ambiente juvenil de los graduados de la promoción 2011/2012, a quienes darían su título al finalizar el acto, con las rememoranzas del resto. En ese marco, antes del cóctel, Juan Ramón Lucas, que nació en Madrid y se crió en Ribadedeva, advirtió primero lúcidamente sobre los peligros de internet para la profesión periodística, dio unas pinceladas autobiográficas y se tiró luego en plancha al tema más traumático de su vida laboral: su expulsión de RNE en julio pasado. Quería Juan Ramón Lucas abrir un debate con los periodistas ‘másteres’ sobre el sentido de lo público, sobre la objetividad que debe imperar en lo público, sobre el uso partidista que a la hora de la verdad hacen los partidos gobernantes de lo público. Pero no hubo tiempo para ello, dadas las numerosas intervenciones previstas en el acto, como hubo de advertirle quien presidía la mesa. Así que Lucas dejó apenas esbozada su teoría sobre lo público, mientras el único representante de la tercera promoción del máster no llegó a levantar el dedo para soltar a bocajarro su rotundo pensamiento sobre los medios de comunicación públicos.

Yo los privatizaría todos. El 100%. Eso es lo que hubiera dicho, a contracorriente casi seguro de lo que opina el afamado periodista asturmadrileño. Los motivos son básicamente tres: no son objetivos (nadie es objetivo), no son diferentes y no son gratuitos (cuestan una pasta gansa, de hecho). A partir de estos tres ‘noes’ privatizaría TVE1, TVE2, RNE y las 17 televisiones autonómicas. El resultado sería un ahorro brutal para las arcas públicas y puedo prometer y prometo, como decía Adolfo Suárez, que los espectadores apenas notarían la diferencia; es más si la hubiera, pues qué le vamos a hacer, era caro y había que ponerle coto al derroche. Entonces Lucas, en ese debate no producido, habría aludido a la necesidad de lo público y yo le habría réplicado con una bala que tenía oculta en la recámara: ¿Si son necesarios los medios de comunicación públicos por qué no hay un periódico público? Jeje. Eso dejaría a cualquiera en un callejón sin salida. No hay respuesta. No lo hay y punto. Todos respiramos por la mañana. Nadie se muere por no poder comprar ‘El Gobierno Post’. Ya tenemos en el quiosco variedad para elegir. Pues con la televisión y la radio, ídem de ídem. Hoy, día de huelga general, habría un ‘agujero negro’ menos cambiando la masa accionarial de todas estas empresas públicas que pagamos todos los españoles, empezando por la TPA, por capital privado.

Con ese debate en mi mente llegamos al cóctel. Ahí pude saludar, incluso abrazar, a antiguos profesores del máster que siguen tan majos como siempre. Con algunos cambios físicos, 22 años después, como los largos rizos negros del director, que han dejado paso a una cabeza rapada con el pelo blanco. Pero ahí estaban todos incombustibles: Canga, Iriarte, Coca, Ofa, Magda… Con ellos rememoré aquel máster de 1990, sin teléfonos móviles, ni emails, ni internet, ni tablets, ni ipad, ninini. ¿Éramos acaso desgraciados? En modo alguno. En aquel máster de El Correo completé el armazón periodístico con el que eché a andar en esta profesión por Bilbao, Granada, Sevilla y Gijón. Resultó un año inolvidable, con mil anécdotas. Recuerdo una: los viernes hacíamos un periódico con noticias conseguidas en Bilbao aquí y allá: una entrevista, un reportaje, una inauguración… Evidentemente, no se imprimía. Pero había cosas válidas. Así que a veces El Correo nos pedía algo para publicar en el periódico y así un día un compañero remitió su noticia. Pero a esto de las nueve de la noche se dio cuenta de la firma. Teníamos la costumbre de poner, al estilo Goma Espuma, firmas como Carmelo Cotón, Chema Pamundi o chorradas como P. P. Parracagado, deformando el nombre del conocido periodista deportivo Pedro Pablo Parrado. El alumno  en cuestión había optado por esta última y no había dicho ni mu a la redacción de El Correo. Así que cuando cayó de la burra llamó rápidamente para avisar al primero que le cogió el teléfono. Descuida, ahora lo cambiamos. Pero ya se sabe el lío que hay siempre en las redacciones. Así que al día siguiente, abrimos el periódico para ver la noticia ‘del máster’ y ahí estaba la firma original sin cambiar: P. P. Parracagado.

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


noviembre 2012
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
2627282930