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Adrián Ausín

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Quiero ser santa, Quiero ser beata

Uno que ya se siente casi más antiguo que la máquina de vapor, no tiene muy definido eso de Fangoria. Uno se quedó en las tres primeras versiones de Olvido Gara; o sea, Kaka de Luxe, Alaska y los Pegamoides, y Alaska y Dinarama. Por eso, cuando vas en coche por la ronda Sur, entre Gijón y Arroes, escuchando a toda pastilla el temazo ‘Quiero ser santa’, cantado en directo por Fangoria en su cedé recopilatorio, no puedes evitar un viaje en el tiempo, además de abrir un debate con la muyer. ‘Quiero ser santa’ es de Parálisis Permanente, sostengo, pero ella creía que era de Alaska. Al final no le falta razón, pues lo escribió ella y luego lo cantaron Eduardo Benavente y Canut cuando pasaron de los Pegamoides a Parálisis.

Entonces te remontas a aquel año en que grabaste en una cara de una cassette el disco tan trasgresor como divertido de Kaka de Luxe (con ‘La pluma eléctrica’, ‘Pondré mil voltios en tu lengua’, ‘Toca el pito’, ‘La alegría de vivir’, ‘Pero qué público tan tonto tengo’…). Ahí estaban todos los cracks del momento: Berlanga, Canut, Enrique Sierra, Fernando Márquez, Manolo Campoamor y una Olvido Gara de 15 años, que por cierto en junio cumplirá 50 tacos (seguro que el su Mario le organiza un fiestón). En la cara B, instalabas a Loquillo, con su ‘Ritmo del garaje’. Aquella cassette histórica viajó a diario en el verano de 1985 desde la casa de veraneo en Riaño hasta el río, donde sonaba una y otra vez hasta que se gastaban las pilas y se distorsionaba la voz. Las letras eran la caña y dejaban a algún mayor boquiabierto. Cómo explicar a tu madre el sentido de aquello: “Rosario se ha escapado / se ha ido de su casa / ha matado a su padre con una lanza / ha matado a su madre con una lanza / ¿A qué estás esperando/ para irte de tu casa?…”. Escuchar a Alaska y a Loquillo aquel verano fue una experiencia religiosa diaria, una demostración pública de adolescencia rebelde, un singular divertimento con el que marcabas frontera con los mayores y, también, un gusto musical pues ambos discos eran (y son) absolutamente geniales.

Luego llegaron más discos. El ‘Grandes éxitos’, con los Pegamoides; y el ‘Deseo carnal’, con Dinarama. Mi padre se interesó por aquel elepé que me autorregalé por Reyes y yo pasé un poco de vergüenza enseñándole el desnudo de la portada y justificándome con el amasijo de productos de carnicería que venía dentro en una foto. El caso es que Alaska siempre ha sido, desde mis 16, una fiel compañera de viaje: alegre, disparatada, transgresora, divertida y con canciones, como ‘En Tokio’, que nunca me cansaré de escuchar. Con su energía positiva se vive mejor. Con sus canciones, un día feo y gris como éste, me levanto de la cama con una inyección de adrenalina que te estimula todos los sentidos. Gracias Olvido. Que te cuide mucho el tu Vaquerizu, que también ye buenu buenu en eso de la diversión. Y que nos llenéis a todos el cuerpo de alegría macarena por los siglos de los siglos, amén.

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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