El samovar de la discordia | Campo y playu - Blogs elcomercio.es >

Blogs

Adrián Ausín

Campo y playu

El samovar de la discordia

En los años setenta, un niño de la guerra regresó a Gijón con dos regalos para su familia: una balalaica como la de ‘Doctor Zhivago’ y un samovar como el de ‘Anna Karenina’. De la balalaica poco más se supo, más que se fue a un rincón, pese a lo evocador que puede llegar a ser este instrumento que protagoniza la escena final de la maravillosa película de Omar Sharif y Julie Cristie. No pareció tener gran éxito. Pero el samovar, esa tetera rusa con enchufe incorporado y formato un tanto telúrico, pasó a presidir la casa gijonesa adonde llegó desde la lejana Unión Soviética. Ocupaba un lugar privilegiado y era objeto de burlas entre los hijos, ya adultos, y de admiración entre los nietos. Entre estos últimos se encontraba una guapa niña que (quién lo iba a adivinar) veintipico años después iba a decir el ‘sí, quiero’ a este juntaletras que les escribe. El samovar le fascinaba. No parece documentado que sus abuelos llegaran a hacer té, o sea, que le dieran uso, pero el aparato ahí estaba, silencioso, alimentando el misterio infantil que suscitaba un objeto ruso en los años setenta españoles, cuando aquel país se identificaba con ítems como KGB, misiles, matrioskas, paisajes nevados, balalaicas y samovares. El tío abuelo que lo trajo era un hombre misterioso, con algún carné raro e indescifrable en su cartera. Y el samovar era la pieza perfecta para completar el enigma.

Murieron los abuelos y el piso quedó vacío varios años. El samovar seguía allí, en su silencioso reinado. Hasta que la tía de la gran defensora del artefacto amenazó amistosamente con hacer una limpieza que llevaría a la codiciada pieza a un indigno final: la basura. Entonces su fan número 1 reclamó la pieza para sí. Y hace cosa de dos semanas, al llegar del trabajo, un samovar (parecido al de la imagen) presidía el salón de mi casa. Reposaba sobre el ajedrez, provisionalmente instalado entre las dos filas de peones blancos y negros, en el centro del tablero, amenazando con adueñarse del paisaje central del hogar. Era una figura extemporánea, chocante, a la cual se desviaba tu mirada en todo momento. Estabas viendo la televisión desde el sofá y, cada poco, girabas la vista a esa pieza siniestra que te recordaba en la penumbra, digámoslo suave, a una urna de cenizas mortuorias. A los tres días, con el samovar entre ceja y ceja, al llegar al reposo del hogar, le eché valor y me levanté del sofá como un resorte para quitarlo de mi vista y colocarlo en un rincón, junto al paragüero. “Con este cacharro a la vista no me puedo concentrar en la película”, me excusé. La esposa acusó el golpe. No llegó a decirme que me había casado con un samovar sin saberlo, pero sí me dejó claro que a la basura no iría.

Dos o tres días después, al llegar a casa de nuevo a medianoche noté una refrescante ausencia. En el salón ya no había intrusos. Aquel objeto maligno se había ido en peregrinaje para casa de los suegros en busca de otro rincón desde donde vigilar la España del siglo XXI para pasar sus informes a Putin y compañía. Cerrado felizmente el ‘caso samovar’, quedó la asignatura pendiente de recomponer el matrimonio, volver al equilibrio anterior, sin objetos desequilibrantes en la paz del hogar. Dudé entre llevarla a una reposición de ‘Desde Rusia con amor’ o, mejor, de ‘Doctor Zhivago’. Entonces pensé en su final, en su banda sonora y tomé una decisión: le compraré una balalaica. Quizá la toque a las mil maravillas sin falta de que nadie la enseñe. Como en la película.

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


abril 2013
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
2930