En ocasiones, sin comerlo ni beberlo, te ves metido en una singular situación, de la que difícilmente podrías explicar algo convincente a un tercero que te pilla in fraganti. Si un conocido, de paseo por la senda del Cervigón, hubiera asomado la cabeza, el pasado lunes, a la playa de Peñarrubia podría haber visto lo siguiente: a quien esto suscribe desnudo caminando por el pedrero cogido de la mano de una distinguida dama de 73 años también desnuda. ¿Quién era aquella mujer? ¿Qué hacía en su compañía? ¿Por qué estábamos ambos de esa guisa?
La explicación hubiera sido compleja ante un tercero a distancia, pero ahora sí que puede darse. Pues la estampa tenía un origen totalmente profesional. El pasado lunes, en Peñarrubia, estaba en calidad de periodista haciendo el reportaje semanal de playas de Gijón. Para no desentonar, la entrevista a un nutrido grupo de habituales se desarrollaba sin bañador, por aquello de estar de igual a igual y que se sintieran a gusto. Pero tras hablar con el cuarto paisano, la única mujer del grupo, una señora de 73 años, se había ido con su pareja al pedrero a coger llámpares. Tocaba ir tras ella para recabar su testimonio nudista. La charla se inició entre las rocas, donde Pilar empezó a contar su entretenida vida mientras iniciaba el retorno hacia el arenal con su pareja, unos metros por detrás, afanado en les llámpares. Así, conversando, fue como ella, en un desnivel, tomó la mano del periodista para que la ayudase al tránsito de una forma natural. Pero una vez en la siguiente llanura pétrea no la retiró y así siguió charlando la pareja cogida de la mano.
Tierna, bella y atípica estampa de un desnudo entre dos desconocidos que, por un instante, en su imaginario el gacetillero visualizó derivada en horrible crimen pasional, acuchillado mortalmente por la espalda en un arranque de celos del varón que avanzaba tras Pilar. Cuado la llanura rocosa fue demasiado evidente ella retiró la mano, pero al cabo de nada volvió otro obstáculo a propiciar un nuevo enlace, el segundo, que se prolongó otro rato más. ¿Y si me ve alguien en este instante? En la crónica de Peñarrubia (Cerrada pero muy abierta), el episodio de la mano quedó oculto. En estas desnudas líneas, se destapa en homenaje a una playa donde todo, absolutamente todo, salta a la vista.