De repente, Laurence, un tipo normal y corriente, con curro de profesor y novia formal, quiere vestirse de mujer. Se lo cuenta a su pareja y la vida de ambos estalla en mil pedazos. No es que quiera dejarla, ni mucho menos; ni que se gusten los tíos. Él quiere que todo en su vida siga igual: el trabajo, la pareja, los amigos. Con el pequeño detalle de que en vez de vestir de hombre quiere vestirse de mujer porque él se siente mujer. Una mujer con órganos sexuales masculinos a ‘la’ que le gustan las mujeres. Este es el singular argumento de ‘Laurence anyways’, la original película de un joven canadiense llamado Xavier Dolan-Tadros, que a sus 24 años conjuga habilidades como actor, productor, guionista y director de cine. Ahí es nada.

Si ‘Laurence anyways’ parte de un argumento original, el desarrollo no lo es menos. La actitud de la novia no es la previsible en estos casos: salir corriendo (no diremos más). En la trama sí aparecen ingredientes previsibles; en especial, la intolerancia, la falta de respeto a la sexualidad de cada cual, las apariencias, la estupidez humana… Contra eso lucha encendidamente Laurence, aunque enseguida se dará cuenta de que nada puede seguir igual que antes.

Inteligente película, con interesantes diálogos y situaciones. Algunas críticas cuestionan un metraje excesivo (168 minutos), pero el desenlace final compensa una cierta ralentización del último tercio de la historia, que también debe ser explicado con imágenes. Si has logrado ver esta película no es porque los Yelmo o los Centro se hayan vuelto locos. Es que, al fin, has tenido un hueco un lunes de invierno para ir al Centro de Interpretación del Cine de Asturias (CICA), en la cuarta planta del Casino, donde te ponen siempre algo interesante y en versión original subtitulada. Felicitaciones a Víctor Guillot por estos maravillosos ciclos que hacen de necesario contrapunto a la pobre cartelera del cuasimonopolio gijonés del cine.

En ‘Laurence anyways’ hay una clase magistral de tolerancia para toda esa sociedad casposa que no respeta la sexualidad diferente, como si le fuera algo personal en ello. Si el espectador convencional siente curiosidad por las evoluciones de Laurence, la espectadora no tendrá menos intriga por la forma de afrontar la nueva situación por parte de su novia. La relación del protagonista con sus padres es la tercera pata del banco, con especial miga para el papel de la madre. Cuando pasan los días, ‘Laurence anyways’ reposa en tu mente como un pequeño tesoro. Nunca te dieron tanto por dos euros. ¡Gracias, Víctor!