Mi primer guasap | Campo y playu - Blogs elcomercio.es >

Blogs

Adrián Ausín

Campo y playu

Mi primer guasap

Tengo 46 años, soy periodista y aún no he recibido mi primer guasap. ¿Es grave doctor? Mmmm. Arquea una ceja. ¿Habla en serio? Sí. Permanezca tumbado. ¿Qué síntomas tiene? Bueno, mis amigos no quieren verme. Dicen que ellos quedan por guasap. A veces ya ni siquiera quedan. Andan mal de tiempo, con lo que optan por conversar a través del móvil. En guasap se cuentan los chistes, las novedades, se dan consejos, hablan de tías y todo eso. Ah. ¿Qué tal en el trabajo? Peor, doctor. Han empezado a reírse de mí. Me llaman troglodita. Hablan de cosas que para mí son entelequias. De un tal Chicote. De Mira quién baila. Del beso de Imanol. Dicen también muchas palabras técnicas que son para mí todo un misterio. El otro día me explicaron lo que era un trendin-tropic, o algo así. Mi primer pensamiento fue que era un combinado, pero no. Fallé de nuevo y se rieron más de mí. ¿Y su mujer? ¿Cómo lo lleva? Bueno, es bastante comprensiva. Ella utiliza guasap, pero con moderación. Quiere que me dé de alta pero aún me resisto. De todas formas, es la única que no me ha amenazado. Considera que, de momento, el matrimonio no se resentirá sin esta prestación tecnológica, aunque cada vez me suelta más esa coletilla de que si tuvieras guasap eso o si tuvieras guasap lo otro.

El doctor pide entonces al paciente que se mantenga relajado. Perdone que le pregunte por su vestimenta. Estamos en marzo, hace frío. Sin embargo, ha venido a mi consulta en pantalón corto. ¿Por qué? Verá, doctor, es una forma de sentirme libre, de estar más en contacto con la naturaleza, noto en mis piernas la frescura de la mañana, el sol o la lluvia y respiro mejor. Ah. ¿Le mira la gente? Bueno, sí. También le han sacado cantares a mis pantalones cortos. Ojo, al trabajo nunca los llevo. Pero siempre hay alguien que me ve paseando por Gijón y se chiva. ¿Por qué rechaza las nuevas tecnologías? No sé doctor, las uso hasta donde las necesito. A partir de un determinado momento, creo que la gente no para de perder el tiempo con ellas. Veo a la sociedad idiotizada. El doctor arquea de nuevo una ceja, se da un tanto por aludido, pues mientras planteaba la última pregunta leía el último mensaje de un amigo, eso sí, en tono silencio. Pasemos a la televisión. ¿Por qué no la ve? Sí la veo, doctor, pero poco. Los telediarios a la hora de comer y alguna noche suelta una película. Otras veces llego a casa, veo un poco un documental o un canal de viajes mientras tomo un sandwich y luego la apago. Prefiero leer.

Es usted un antisocial, espeta de repente. Voy a recetarle un plan de choque: cuatro horas de televisión al día (solo realities), veinte guasaps por hora para empezar y nada de quedar con nadie en el Muro. Esos paseos matinales con amigos solo pueden causarle perjuicios. Las nuevas tecnologías son mucho más limpias. El paciente se incorpora. Deja el diván sudado por tanta terapia. Mira confundido al hombre de la bata blanca y se rasca una pierna. Luego toma el recetario de tonos blancos y verdes. Empieza a leerlo con incredulidad. No sé doctor. No sé si podré con todo esto. Tengo miedo de que me siente mal. ¡Podrá! ¡Debe poderrr! Grita de repente el hombre fuera de sí. ¿O quiere usted separarse de la sociedad? El paciente guarda la receta y se va.

Cuando sale a la calle, toma aire, respira profundo y mira a su alrededor. El 95% de los transeúntes van solos, hablando todos ellos por el móvil. Se encamina hacia el Muro para respirar un poco de ozono. Cuando pasa ante la primera papelera, con cierto disimulo, desliza su viejo teléfono móvil por la ranura intentando pasar inadvertido. Pero alguien lo ve. En cuestión de segundos, una patrulla de la Policía Local le identifica. Cuando llama a la centralita, se oye decir: ah, el del pantalón corto, déjenlo ir, es reincidente, pero inofensivo. El ciudadano tira también la receta en la siguiente papelera, sale a la playa, donde parece haber pasado un poderoso tsunami en estos días y decide darse un baño de invierno para refrescar su mente con las olas del Cantábrico. Hace frío, pero la naturaleza, en estado puro, le sabe a gloria bendita.

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


marzo 2014
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
31