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Adrián Ausín

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El cine de Candás

Tres días seguidos de cine son la mejor medicina contra el anunciado e incumplido mal tiempo. Tres películas totalmente diferentes en tres salas tan distantes como los cercanos Cines Centro, los confortables Yelmo y el muy poco más alejado Teatro Prendes de Candás, que entre todos deberíamos cuidar para evitar el cierre del último gran cine de pueblo que nos queda en Asturias, junto al Vital Aza de Pola de Lena. Las entradas son a 5,50, hay taquillera a la vieja usanza y El Cubano, la sidrería de enfrente, aún tiene oricios. Pasen y vean.

Viernes, Cines Yelmo. Con meses de retraso, decides ir a ver ‘El lobo de Wall Street’, una sobredosis de dinero, sexo y drogas con un inspirado rey en su epicentro: Leonardo Di Caprio. Desde ‘Titanic’, cuando aún tenía cara de neñona, este actor de 39 años por el que corren sangre rusa, alemana, italiana y, por supuesto, americana no ha dejado de crecer. A la neñona le han salido unas finas patas de gallo y se encuentra especialmente a gusto en papeles violentos como el de ‘Django’, policiacos como ‘Infiltrados’ o desfasados como este ‘Lobo’. Ya le avisó a su madre cuando contemplaba aquel cuadro de Leonardo Da Vinci dándole una buena patada desde dentro de su vientre. A ella le pareció premonitorio y decidió darle el nombre del artista. Luego, cuando solo tenía un año, sus padres se separaron y el muchacho creció rebelde, con un punto de agresividad que le viene como anillo al dedo a este personaje de Scorsese. Él solo justifica las tres horas de película, con memorables escenas, como las arengas a su equipo de brokers para motivarlos hasta el paroxismo o sus descomunales juergas o esa conversación con una dama de la tercera edad en un parque londinense que termina por convertirse en un amago de seducción. Podría titularse ‘Tres horas con Di Caprio’ y sería igualmente imprescindible verla.

Sábado, Teatro Prendes: Un viejo plan olvidado resurge de repente. En vez de coger el coche para aparcar en los Yelmo, tiras un poco más hasta llegar a Candás. Das un paseo, compruebas cómo las sidrerías del puerto están muertas, tomas oricios en El Cubano, cruzas la calle y entras al cine, ese último cine de pueblo que sobrevive en Asturias. Ponen ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’. Con Di Caprio en tu retrovisor, el inicio es desalentador. Cine made in Spain con todos sus viejos ítems sobre la mesa: producción sin medios, con apenas veinte actores, paisajes desérticos para no gastar en decorados, pues está ambientada en 1966, algunos pasajes dramáticos difícilmente tragables y, avanzada la película, una tetilla adolescente para alimentar el morbo masculino. Hecha la crítica, la peliculina está bien, se ve a gusto, conducida por ese profesor de inglés (Javier Cámara) que acude a un rodaje de John Lennon en Almería, a quien admira, para rendirle pleitesía y solicitar que incluya las letras de las canciones en sus elepés para así poder enseñar a sus alumnos. Basada en un hecho real, en un profesor real que acudió a la gala de los Goya, Juan Carrión, la película de David Trueba deja un buen sabor de boca, mejorado después por una Cruzcampo gran reserva y una amena tertulia en la cervecería de al lado. No dejemos morir el último gran cine de pueblo que nos queda. ¡Viva Candás!

Domingo, Cines Centro: Intenso domingo de emociones. Visita a un convento en Villaviciosa, las Clarisas, donde tu tía política, sor María Esther, te cuenta los problemas económicos por unas obras necesarias que han obligado a las internas a comprar un obrador y ponerse a vender pastas como churros para superar el contratiempo. Luego muere Suárez. Te emocionas oyendo hablar a Ónega en la tele, recordando abiertamente cómo Suárez fue arrinconado por su partido, por la oposición, por el Ejército y por todo dios hasta obligarlo a dimitir. Expósito abunda en el argumento, dolido por esta España panderetera que eleva al pedestal, tira al precipicio y luego homenajea al finado. Con Suárez de cuerpo presente, antes del trepidante Madrid-Barça, de nuevo, cine: ‘El gran hotel Budapest’. Con un reparto de escándalo (Ralph Fiennes, Jude Law, Adrien Brody, Willem Dafoe, Bill Murray, Edward Norton, Harvey Keitel…), muchos de ellos tan disfrazados que apenas los reconoces, este cuento de hadas te fascina de principio a fin. Fantasía, elegancia, lujo, intriga, diversión, plasticidad, risas. Nada falta a esta atípica obra maestra en la que el director se divierte ofreciéndote participar de un juego que no quieres que se acabe nunca. Te recuerda la ‘Anna Karenina’ de 2013 o el ‘Moulin Rouge’ de 2001. Nada más debe decir. Hay que cerrar los ojos, entrar al cine, abrirlos y dejarse llevar…

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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