Resulta habitual escucharlos cuando estás en Arroes faenando. Están en el prao vecino, el del big broder, pero no has logrado verlos. En medio del silencio oyes tres sonidos secos muy seguidos, un descanso y otros tres. Taca-taca-tá. Espacio. Taca-taca-tá. Así trabaja el pájaro carpintero con su pico en los árboles de cierta envergadura, que tú no tienes. No pasas de los siete metros del castaño de indias o el roble americano, mientras el broder los tiene de hasta 25. Hay robles, álamos, abedules adultos por los que ha de andar por fuerza al menos un pájaro carpintero picoteando su nido o simplemente buscando insectos, gusanos o larvas entre la corteza y el tronco, que extrae con su lengua pegajosa. Taca-taca-tá. Espacio. Taca-taca-tá. Te gustaría verlos, pues son muy guapinos: blancos y negros, o pardos, con una cresta roja o amarilla. Hay más de 200 tipos de pisciformes (especie a la que pertenecen) estas singulares aves a las que también llamamos picos, pica pinos o picamaderos. Pero, como todo en la naturaleza, además de agredir, en este caso a árboles e insectos, también tienen sus depredadores: serprientes, roedores así como otros pájaros. Para protegerse de todos ellos hacen sus nidos muy estrechos y pican el árbol por el entorno para que suelte su savia, que no gusta a las culebras.
Tu amigo Cráneo, también llamado Mompracen, te lleva varias lecciones de ventaja en cuestiones de naturaleza. En la reciente visita a Riaño (León) te ha dado una clase magistral sobre los pájaros carpinteros con vídeo incluido. Tú los oyes; él no sólo los ve sino que además los ha grabado. Cráneo se compró por internet una de esas cámaras que ecologistas y productoras de programas utilizan en la naturaleza para grabar osos, hienas y todo tipo de animales salvajes. Es de color caqui, más bien pequeña. Ante un movimiento lanza una traca de fotos y graba un
breve vídeo. El primer exprimento de Cráneo fue con el pájaro carpintero y resultó todo un éxito, con sorpresa incluida. En una zona boscosa de Lezama, cerca de Bilbao, descubrió un nido y colocó la cámara enfrente. Cuando volvió a la mañana siguiente, le soprendió ver que había disparado un montón de fotos e incluso había grabado tres vídeos. La conectó a la televisión y ahí pudo ver al pájaro carpintero entrando y saliendo del nido varias veces. En los vídeos llegó la sorpresa. De repente irrumpe una ardilla, que parece un inmenso bicho comparada con el agujero que se propone profanar para comerse los huevos del pajarillo. Hace un intento, ve que no puede y se va. ¡Qué susto debió de llevarse nuestro protagonista!
Como estamos en el Parque Natural de Riaño, zona rica en animales salvajes (osos, venados, lobos, jabalíes, nutrias…), Mompracen decide hacer un experimento. Se adentra en un paraje boscoso, ajusta su artilugio a un árbol y ceba la zona. La elección del alimento no deja de resultar singular: arroz, queso azul y unas cabezas podres de pescado. ¿A quién le gustará eso? La noche del viernes y la del sábado la cámara no lanza un solo disparo. Un desastre. Mompracen te pone en la tele de Riaño sus éxitos de Lezama, pero donde presuntamente podía ser más fácil no consigue nada. El grupo de debate concluye que el cebo no era el adecuado. Quizá mejor carne, pues en la dieta de un jabalí aún no se debe conocer el queso azul, el arroz o, mucho menos, el pescado maloliente. Mompracen ríe. Era lo que tenía a mano. Con las enseñanzas riañesas vuelves a Gijón dispuesto no solo a seguir escuchando al pájaro carpintero de Arroes, sino también a verlo. Dudas entre ir al Mercadona a comprar un poco de helado, ahora que llega el verano, o hacerle un pastel con todas las hormigas que te cargas últimamente. Taca-taca-tá. Espacio. Taca-taca-tá. Continuará…