>

Blogs

Adrián Ausín

Campo y playu

La fotografía de Mata Hari en Gijón

Espiar a Mata Hari resulta fascinante. Sigues con insistencia la estela de su contoneo desde París hasta Madrid, pasando por Gijón, con especial interés en su escala en El Musel. Pero ha llovido mucho desde noviembre de 1916 (casi un siglo) como para que las huellas de la bailarina de los pies desnudos, como también la llamaban, no se hayan borrado de casi todas partes; en especial, en aquel breve trayecto entre el puerto gijonés y la estación del Norte, donde tomó un tren a Madrid. Sin embargo, al final, darás en tu propia casa con la prueba documental que buscabas. En la hemeroteca de EL COMERCIO, un auténtico templo donde se preserva el pasado, desde 1878 hasta 2014, está la solución.

El 18 de noviembre de 1962, Joaquín Alonso Bonet dedicó su sección ‘Pequeñas historias de Gijón’ al asunto bajo el título: “En Gijón empezó a declinar la estrella de Mata Hari (‘Ojo del día’), la espía H-21”, una apasionante página que el dramaturgo, poeta y periodista acompañó de una fotografía de Mata Hari, junto a un agente francés, en El Musel. La imagen muestra a una mujer elegante, distinguida y mayor. No concuerda con los presuntos 40 años que tenía la espía cuando pisó suelo astur (Bonet refiere 36). Pero esta circunstancia puede tener dos explicaciones. Una, que la diva hubiese mentido con la edad, como se ha sospechado siempre. Otra, que en aquellos tiempos una persona de 40 años no tenía el aspecto actual. La esperanza de vida era muy inferior. Lo cierto es que en la cubierta de aquel carguero procedente de Falmouth (Inglaterra), que entraba al puerto gijonés para llenar sus carboneras, estaba ella. Agentes franceses procedentes de la embajada de Madrid la aguardaban.

Y ahora dejamos seguir narrando la historia al propio Bonet: “Momentos después desembarcaba una mujer hermosa, de belleza exquisitamente cuidada que entraba en el orden de lo excepcional. Tenía 36 años, sombrero con gran pluma, abrigo de pieles oscuras y sombrilla, en la que se apoyaba continuamente. Era Margarita Zelle, que pisaba el puerto gijonés con muestras de fatiga y palabras de desagrado por las molestias de un viaje incómodo, a bordo de un buque sucio y lleno de mercancías, el primero, como la dijeron en Falmouth, que salía para España. Pese a todo lo cual fingió una sonrisa, más esta sonrisa, instantes después, se le helaba en los labios porque uno de los agentes, entre corteses genuflexiones, la invitó a hacerse una fotografía. No pudo reprimir un gesto de contrariedad, pero, al fin, hubo de acceder la bella viajera. A su lado y, sin duda, para dar autenticidad a la foto, se situó otro agente, de gabán, hongo y bastón”. Prosigue Bonet: “La dama pasó en Gijón unas horas, en compañía de aquellos hombres de la embajada, que la colmaban de atenciones y delicadezas propias de la galantería francesa. Por la tarde estaba con su ocasional cortejo en la estación del Norte y en el tren correo salían todos para Madrid. Este viaje, colmado de zalemas y cortesías, tenía todos los caracteres de una detención”.

En su apasionante relato, el dramaturgo gijonés contextualiza la presencia de Mata Hari en aquel barco. En principio, la mujer a la que había dedicado unos versos el mismísimo Rubén Darío (El canto errante, en 1907)  había embarcado en Vigo en el vapor ‘Hollandia’ para una misión en Bélgica. Pero el barco fue interceptado en alta mar por un buque inglés, que se la llevó a Falmouth. Los servicios de espionaje británicos y franceses le seguían ya la pista tras interceptar un radiocifrado sobre el pago de 15.000 pesetas a ‘H-21’ por sus servicios. Y H-21 era Margarita Zelle, Mata Hari, la bailarina de los pies desnudos, aquella bella mujer que cortejaba con altos mandos franceses y trabajaba para los alemanes. Lo primero que hicieron fue abortar su misión. Lo segundo, devolverla a España para tenerla bajo vigilancia. Y lo tercero, embarcarla.

El testimonio de Bonet ofrece una fiabilidad máxima. Nacido en 1889, Joaquín Alonso Bonet tenía 27 años en 1916. Fue por tanto coetáneo de los hechos, de los que, según refiere en el amplio reportaje, se documentó a principios de 1917 desplazándose a Madrid, donde se encontraba Mata Hari. Acudió a la Agencia Delgado Barreto, que distribuía sus noticias a EL COMERCIO, y a ‘La Cafetera’ de la Puerta del Sol, un departamento comercial de telefónica donde se reunían los periodistas y corresponsales de la época para intercambiar información. Cuando se presentó ante sus colegas, se produjo la siguiente conversación:
-¿Vienes de Gijón?
-Sí.
-¿Y qué noticias tenéis allí de una famosa bailarina llamada Mara Hari?
-Sólo se sabe que desembarcó en el puerto de El Musel y que salió creo que para Madrid. En Gijón estuvo solo unas horas.
-Eso es saber muy poco. Aquí te informarás de otras muchas cosas.

Así fue como Joaquín Alonso Bonet (fallecido en 1975) se documentó de todo lo acaecido antes, durante y después de la escala de Mara Hari en Gijón aquel frío noviembre de 1916. Poco después de su estancia en Madrid, la espía holandesa era detenida en Francia el 13 de febrero de 1917. Y unos meses más tarde,  el 15 de octubre, tras un complejo proceso, fue fusilada en las afueras de París. De eso hemos hablado ya. También del robo de su cabeza, embalsamada en el Museo del Crimen. Tocaba documentar la estancia de Mata Hari en Gijón. Aquí están las pruebas.

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


septiembre 2014
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
2930