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Adrián Ausín

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Leviatán (una de rusos)

Las calles de Gijón están semidesiertas a media tarde. El apocalipsis celestial arrecia. Vientos polares, lluvias en rachas retorcidas, peligro de granizo, frío. Lo mejor en esas circunstancias es ir a ver al mismísimo diablo, que te aguarda en los Cines Centro. A las siete y media de la tarde, solo hay tres personas sentadas en la sala 4. O sea, que formas con la esposa el 67% de la taquilla. Un film ruso en versión original subtitulada no parece tener suficiente gancho, aunque esté nominado para el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa. El título no aclara mucho: ‘Leviatán’ (intuyes que habrá maldad). El director, menos: Andrei Zvyaintsev. Sin embargo, las candidatas de ‘mejor película extranjera’ suelen ser grandes aciertos, en Filmaffinity le ponen un 7,2 y el tráiler tiene buena pinta. Toca una de rusos.

El marco de la película es al mismo tiempo atractivo y desasosegante. Un pueblo costero a orillas del mar de Barents, al Norte de Rusia, con una casa alzada al otro lado del puente con unas vistas privilegiadas. Desde sus amplios ventanales se divisa todo: el núcleo rural, la iglesia, el río, el mar… Un lugar recóndito con una naturaleza atractiva, pero gélida. Ahí viven Kolya, su joven esposa y un hijo adolescente del primer matrimonio del protagonista. Enseguida se nos muestra la trama: la ambición del alcalde del pueblo de hacerse con la propiedad de Kolya para levantar ahí su propia residencia. No procede contar más para no estropear la película. Solo decir que en estos tiempos de lógica sensibilidad anticorrupción ‘Leviatán’ da en la diana del asunto en versión rusa, dejando muy tocada toda la administración Putin.

 

 

 

 

 

 

 

Además del abuso de poder y de la corrupción, que constituyen el eje de la historia, la película es un fresco de la sociedad rusa, de sus rudas costumbres (fuman y beben vodka hasta para desayunar), de su peculiar iglesia (no menos vividora que la nuestra) y de la singular forma de relacionarse y divertirse. Todo resulta exótico, por lo diferente, en este crudo relato que va creciendo conforme avanza hasta completar un círculo perfecto. Si viajar instruye, ver ‘Leviatán’ es algo muy parecido. Te queda la moraleja de que allí, en Rusia, un político roba por la cara, a calzón quitado, apoyado en un entramado maloliente en el que están todas las piezas de la administración implicadas, mientras que aquí, en esta España nuestra, cuando menos se disimula un poco más. Aunque el resultado final sea tremendamente parecido y desquiciante. Sales de ‘Leviatán’ con ganas de invadir Polonia. Pero sigue venteando y diluviando. Así que tiras para casa y preparas un rápido caldo expres para templar los nervios y el espíritu. ¡Cuánta tarea tenemos por delante!

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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