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Adrián Ausín

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Paisajes nevados riañeses

“Cortar el madero en el menguante de enero”

«Un día subí al monte con mi tío a por madera. Cuando estábamos en un alto se nos apareció un venao moribundo. Mi tío le disparó y se llevó el trofeo. Cuando subimos al día siguiente había pisadas de oso en torno al bicho, que estaba algo comido. Yo volví a trabajar en la madera. Al otro día había más pisadas y al venao le faltaba otro cacho. Y el cuarto lo mismo. O sea que durante cuatro días fui vecino del oso. Yo de día y él de noche, compartimos el mismo lugar». Estas son las historias que se cuentan estos días en los mentideros del valle de Riaño, donde la nieve sigue dominándolo todo, punteada por las pisadas de ciervos, lobos, osos, vacas, caballos, alimañas y humanos. Nadie puede ocultar su trayecto sobre la nieve, que delata con sus hendiduras la identidad y el trayecto de cada cual. Basta con seguirlas, aunque quizá te lleven demasiado lejos.

El viernes subes a la montaña que se alza sobre la Villa. El camino que parte al otro lado de la panadería te lleva hasta un alto desde donde divisas todo. El Yordas, el embalse y un sinfín de irregularidades montañosas hacia Prioro. No ves un solo bicho, ni vivo ni muerto, pero los paisajes nevados y el propio bosque que atraviesas son espectaculares. Al día siguiente tiras por el mismo camino y cuando llegas al claro giras a la izquierda para buscar el lado sur de la montaña. Pasas un roble centenario y llegas a un claro teñido de blanco desde el que descubres a tres ciervos correteando al otro lado de los árboles. Allí paras a comer e incluso te adormeces con un árbol a modo de respaldo en el ‘alcorque’ que los rayos del sol han hecho a su alrededor. Al tercer día, toca ver animales muertos. En Guspiada, junto al camino, cuentas hasta cinco; el primero aún entero, aunque con las tripas fuera, y los demás, puro hueso. No quedan ni las migas. Para llegar hasta el fondo del valle debes descalzarte, atravesar un riachuelo gélido y recibir un masaje de pies que duele y da gusto a la vez.

 

Tras la última pitanza de carne que sabe a carne, patatas y huevos que saben a patatas y huevos, pan que sabe a pan, y vino recio de la tierra, entablas la última conversación montuna. Según se cuenta, en los últimos tiempos los lobos han matado unos 50 venaos en la zona, además de la gran mortandad causada por la hambruna. A nadie en León, donde la caza es un gran negocio, se le ha pasado por la cabeza echar un fardo de hierba para alimentar a los ciervos. Impera la ley de la selección natural, que claro está no se aplica a vacas ni ovejas ni caballos. Respetable, pero curioso. Precisamente, este fin de semana en la Villa habrá una feria de la caza (Reinatur) donde se subastarán los cupos para irse al monte a pegar tiros, en los cuales esta vez, dicen, está incluido el lobo. Hablan de 25 ejemplares.

Tres días teñidos de blanco, sobre raquetas, acaban por alterar tus dimensiones de espacio tiempo. Cuando llegas a Gijón la nieve arde en tu cabeza. Vivir entre edificios y coches parece una condena después de disfrutar del paraíso riañés. Al menos te queda asomarte a la playa, la gran válvula de escape de la ciudad, donde enseguida aparecen varios elementos de distracción: el aparejo de un pesquero en la orilla, la reparación del reloj de la Escalerona, el cielo azul, el oleaje… Todo un consuelo frente a esa inmensa montaña blanca que crea una tremenda adicción. El homo rural que habita en ti tira palmonte más que una cabra. Pero hay que laborar y esperar otra ocasión para hacer el oso en su hábitat. Después de haber estado allí no puedes pensar en otra cosa más que en volver. 

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


marzo 2015
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