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Adrián Ausín

Campo y playu

Asier ¡¡¡Mecaguenlashostias!!! Etxeandia (El intérprete)

Cuando sales del Teatro Jovellanos tienes la camisa empapada de sudor. En 2 horas y 45 minutos, has estado casi tanto tiempo sentado como de pie, agitando las palmas y bailando. Ha pasado por Gijón un ciclón llamado Asier Gómez Etxeandia que condensa en sus 188 centímetros un sinfín de profesiones:  actor, músico, cantante, mimo, saltimbanqui, compositor, coacher, atleta y agitador de masas. Hay algo en este bilbaíno de 39 años (cumplirá 40 en junio) que no habías visto jamás, una fuerza arrolladora que une a la buena música un elemento que provoca el estallido total del público: la trasgresión. Asier es un trasgresor nato, hace saltar en mil pedazos las convenciones del espectáculo tradicional y es en este ingrediente donde su potaje musical, su extraordinario musical, acaba por llevar a los altares esta fórmula mágica de teatro, música y desfase llamada ‘El intérprete’.

 

En la antesala de Asier Etxeandia están Cabaret, Moulin Rouge, El Fantasma del Paraíso… En su puesta en escena ves una condensación de Javier Gurruchaga, Tino Casal, Freddie Mercury, Fabio McNamara. Te recuerda también al protagonista de la película The Artist, combinado cuando se deja bigote con Tono, el entrañable tipo del Toma 3… Etxeandia es un hombre-espectáculo, un arrollador personaje a quien Gijón rindió culto viernes y sábado devolviéndole toda la energía que él transmitía sobre el escenario. Temas de Chavela Vargas y Lucho Gatica, de Madonna y Bowie, de los Rolling Stones y Guns n Roses, de Queen y Janis Joplin, de Tom Jones y Lou Reed, de Camilo Sesto y de sí mismo; un divertidísimo y animadísimo ‘Tú te me dejas querer’ que puso en pie a un desfasado Teatro Jovellanos desde el patio de butacas hasta el gallinero, que parecía venirse abajo. Mientras llovía sobre el suelo de Gijón, con la calle imbuida de una apacible humedad semiveraniega, dentro del coliseo un millar de gijoneses danzaban anoche al ritmo de Etxeandia hasta casi perder el sentido.

‘El intérprete’ empieza con un aviso por megafonía. Pide el teatro que no se hagan grabaciones ni fotos. Pero solapa su voz entonces Etxeandia para decir todo lo contrario: pide al público que fotografíe el espectáculo y le provoca: Está permitido bailar. Primer estallido de júbilo. Luego nos contará su historia vital entre canción y canción, la de un niño de 9 años, aislado del mundo, retraído en el colegio, que construye un castillo protector en la soledad de su habitación, acompañado de sus fantasmas (el público), a los que irá desglosando las canciones favoritas de su madre, de su padre y las suyas propias. Ese es el hilo conductor, al que se van añadiendo una sorpresa tras otra, reflexiones sobre el colegio, divertidísimas digresiones sobre política o religión, así como cambios continuos de registro, con la irrupción extra, en su espectáculo gijonés, del Coro Minero de Turón. Todo ello con un vozarrón que lo llena todo, que lo invade todo, que lo revienta todo.

 

Al camaleón Etxeandia le han marcado Bowie, Silvio, Madonna y Janis Joplin; casi un calco de tus iconos musicales. También le marcaron sus padres, a quienes rinde homenaje este hijo único que se fue pronto a Madrid a progresar como actor (especialmente a su madre fallecida). Así fue creciendo su talento, entre rodaje y rodaje, hasta que encontró el tiempo suficiente para reconstruir su historia personal. Y ponerle música y letra. El resultado, estratosférico, lleva dando la vuelta a España desde enero de 2013. ‘El intérprete’ desgasta tanto su físico que, según cuenta, no suele representarlo nunca tres días seguidos. Por desgracia, asegura, sus casi tres horas de derroche no le permiten adelgazar un gramo. “Qué más quisiera yo”. No te puedes creer estas confesiones que hace entre bambalinas justo al terminar su megaespectáculo nada más ponerse una camiseta regalada por el Coro Minero de Turón. Cuando Asier Etexandia sale a la calle Casimiro Velasco está pálido como un muerto. Exausto, ido, agotado, firma apenas tres discos, estampa su rúbrica al cazautógrafos Ander y se deja fotografiar con cuatro grupos; también con tu hermana, de cumpleaños, lo que te anima a colarte en el histórico momento. Dispersados los fans, ese pedazo de trasgresor que acaba de deslumbrar a un millar largo de gijoneses inicia un lento caminar (tienes miedo que se desmaye en cualquier momento) reconvertido en tímido ciudadano anónimo. Acompañado de un reducido grupo, la noche se lo traga por la calle de La Merced. Cuentan que van a cenar. Pero después de lo vivido, intuyes que solo aguarda la evasión total de mirones para desintegrarse mágicamente en un instante como el protagonista de ‘El perfume’. En Gijón, nadie olvidará nunca ‘El intérprete’.

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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