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Adrián Ausín

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Camino del río

 (Para Fonso)

 

Un tractor recoge hierba seca junto a tres cigüeñas. Dos perros ladran a la entrada de un pueblo. Una fuente, a la salida de ese mismo pueblo, refresca el ambiente con su chorro de agua incesante. El camino de La Canalina recorre Boca de Huérgano, Villafrea, Espejos y Barniedo paralelo al río. Sales del hotel Tierra de la Reina (tu cuartel general) con una pequeña mochila e inicias el recorrido. Huele a campo, a chimenea, a ese secor leonés de julio que petrifica las ventanas de la nariz. La banda sonora la aportan los vencejos, algún motor lejano y, al atravesar los pueblos, el saludo de los perros y de paisanos de paseo. “Buenos días”. “Buenos días”. Pasada la última casa, prolongas tu ruta, cruzas tres veces el río y llegas al pozo de destino. Son, en total, siete kilómetros de secano refrescados, al final, al meter los pies en el agua cada vez que debes cambiar de orilla.

 

En el pozo, iniciado julio, está presente la mano de Fonso. Se te ha adelantado con la presa de piedras, que construye cada verano quien llega primero al río. Levantar ese contrafuerte para ganar un poco de profundidad devuelve al autor a la adolescencia. Empiezas por las piedras más gruesas hasta ir formando una barrera resistente a la fuerza de la corriente, que las sortea por encima emitiendo un rugido similar al de las fuentes de los pueblos, pero en versión enrabietada. Piedras grandes, pequeñas y medianas.  Sol en la espalda. Agua fresca. La tarea de Fonso, sin embargo, ha dejado pendiente otra de similar calado. Ha subido el nivel y la playa pétrea donde te asientas, junto a las salgueras, está reducida a la mínima expresión. Apenas se pueden extender dos toallas. Así que nada más llegar te metes en mitad del río con el ánimo de triplicar la superficie habitable. Piedras grandes, pequeñas y medianas. Lanzas una tras otra, absolutamente feliz con esta simple tarea. El impacto de unas con otras produce un crepitar maravilloso.

 

Entonces escuchas una risa intensa procedente de la vereda de acceso. Ahí está Fonso, tu piedrolari rival, satisfecho de la llegada del ‘ayudante’ y de su tarea complementaria. “Muy bien, muy bien”; te dice. Un año más se repite el ritual en el Esla, que ofrece agua cristalina, piedras, truchas, bogas, gamusinos, zapateros y culebras al bañista (felizmente escaso por estas fechas). Cuando llega la esposa en coche, a eso de las tres de la tarde, el dique está resuelto. Sin embargo, en días sucesivos, todavía lo ampliarás y reforzarás en varias direcciones. A las mejoras se sumará con entusiasmo Javi, quien confiesa no haber pisado un río desde que era crío. Fue lanzar una piedra y el hombre se quedó atrapado en el tiempo. El primer menú de río consiste en pan de pueblo, cecina, tomate y nectarinas. Los siguientes, tras llegar la tía Carmen, mejorarán sustancialmente al estilo tradicional (ensaladas, ensaladillas, filetes empanados…). Como en el Viejo Riaño.

Cuando Fonso acaba su bocadillo, tras intercambiar divertidas chanzas sobre el paisaje y el paisanaje del valle de Tierra de la Reina, él debe irse en coche para Bilbao, pues al día siguiente toca trabajar. Te quedas solo con la esposa en el pozo, con su agua fresca y su transparencia. Entre un baño y otro, es el turno de la lectura. Al sol, a la sombra, al solysombra. En todas las versiones, según va evolucionando tu temperatura corporal. El río es tu casa seis, siete u ocho horas cada día. Cuando te vas para dar un paseo montañero antes de la cena, el agua sigue sonando igual de cantarina en un roce infinito con las piedras. Es la cita ineludible de cada mañana, todos los veranos, desde que eras un niño hasta que seas un anciano. Camino del río se respira mejor.

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


julio 2015
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