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Adrián Ausín

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La maldición de Escipión y Aníbal

‘Patria ingrata, ni siquiera tienes mis huesos’
(tumba de Escipión en el exilio)

Un continuo tratado de estrategia. Así podrían resumirse las 5.000 páginas que acabas de leer con un autor común, Santiago Posteguillo, y dos protagonistas: Escipión (Africanus el hijo del cónsul, Las legiones malditas y La traición de Roma) y Trajano (Los asesinos del emperador y Circo máximo). Cuando terminas la última página, hace tiempo ya que utilizas toga para andar por casa y no sales a la calle sin tu coraza ni tu espada, por lo que pudiera pasar. Roma reina en tu vida, con sus intrigas y con la incesante necesidad de aplicar la estrategia en todos los órdenes: en el Senado, en la guerra, en la política, en las alianzas familiares, en la arquitectura, en el urbanismo, en el coliseo… ¿Cómo si no habría muerto Escipión sin haber perdido una sola batalla? ¿Cómo si no habría sido expulsado de Roma su más insigne general? ¿Cómo si no habría podido gobernar Trajano 19 años rodeado de guerras, intrigas y víboras? Estrategia. Estrategia. Estrategia.

En la trilogía sobre Publio Cornelio Escipión ‘Africanus’ (236-183 ajc) comparte protagonismo, de principio a fin, su más temido rival, Aníbal Barca (247-183 ajc), con quien el lector va simpatizando de forma progresiva. Ambos alcanzaron la gloria más absoluta y ambos murieron en el exilio tras una intensa vida dedicada a Roma y Cartago. Escipión salvó la vida a su padre en su primera batalla, con solo 17 años, en pleno paseo militar de Aníbal por la futura Italia. Luego conquistó Hispania con 25.000 hombres frente a los 75.000 desplegados por Cartago en tres ejércitos. Más tarde invadió la propia Cartago con dos legiones repudiadas por Roma. Allí, tras cosechar varias victoriasñacabó por verse las caras con Aníbal frente a frente en Zama (-202). Y allí venció a sus elefantes y a su ejército, en lo que constituyó la primera derrota del cartaginés. Más tarde, enfermo pero lúcido, organizó la estrategia para vencer en Asia al poderoso ejército sirio de Antíoco III pese a doblarle en número de efectivos y poseer elefantes y catafractos. Aníbal estaba de nuevo enfrente, pero solo como asesor de un rey que no quiso escucharle. Pese a todos esos éxitos, Escipión fue amado por su pueblo, pero continuamente odiado primero por Quinto Fabio Máximo y luego por Catón, discípulo de este último, senadores que amargaron sus días, que le negaron siempre refuerzos en las contiendas (siempre venció en inferioridad) y que convirtieron su vida política en un auténtico infierno, hasta lograr finalmente expulsarlo de Roma.

Cartago hizo lo propio con Aníbal. Mientras duró su paseo militar por Italia, todo fue bien. Pero cuando llegó su derrota en Zama y se refugió en la capital empezó a resultar molesto al promover medidas en favor del pueblo, al que estaban friendo a impuestos. Decidieron entonces entregarlo a los romanos y huyó. Inició entonces un penoso peregrinar ofreciendo sus servicios a distintos reinos emergentes (Siria, Antioquía, Bitinia), donde cada vez le ‘contrataban’ en condiciones más leoninas. Pese a ello, el gran Aníbal aún lograría una victoria inverosímil para el último rey al que sirvió valiéndose de serpientes en una batalla naval totalmente desigual. Estrategia, estrategia, estrategia. Como las de Escipión para atacar cuando menos lo espera el enemigo. O para formar durante largas horas a su ejército frente al otro hasta que el enemigo tenga hambre, pues tus soldados desayunaron copiosamente pero los contrarios no. O para esquivar a los temibles elefantes de Aníbal con un ingenioso método. O para hacer frente a los temidos e invencibles catafactros de Antíoco. Al final, ambos generales, eternos enemigos, causante cada uno de la muerte de familiares del otro, acabarían por simpatizar el uno con el otro, por reconocerse su valor mutuo, por compartir ese aura de los más grandes. Así nos lo hace ver Posteguillo. E incluso, por morir el mismo año -183 en unas condiciones totalmente humillantes para toda la gloria acumulada. Escipión, a los 53 años, de unas fiebres cogidas en Hispania añmuchos os antes, en su forzoso exilio en Literna, al sur de Roma. Aníbal, a los 64, en Gebze, Bitinia, ingiriendo veneno, antes de ser apresado por una legión romana. Casi 2.200 años después, nadie sabe dónde fueron a parar sus huesos.

¿Y Trajano? Saltamos de la república a la monarquía. Del siglo -III y -II al I y II. Y de Escipión el Africano a Marco Ulpio Trajano, el primer emperador romano de origen hispano de la Historia. Trajano (Itálica, Sevilla, año 53) comparte con Escipión una tradición familiar. En ambos casos, su padre fue un prestigioso romano, del que aprendieron las artes de la guerra y de la política. Con esos mimbres, Trajano supo poner en práctica una infinita fidelidad a sus antecesores (Vespasiano, Tito, Domiciano…) hasta que el Senado acudió a él para salvar Roma en una decisión sin precedentes al elegir a un ‘no romano’. El primer libro de Posteguillo (el apasionante Los asesinos del emperador) versa sobre esos antecedentes, centrándose especialmente en el estado de terror implantado por Domiciano. En el segundo (Circo máximo), Trajano reina, como siempre, con mil zancadillas a su alrededor. De quienes conspiran. O de quienes no aceptan la expansión de Roma más allá del Danubio: la Dacia, especialmente. La estrategia, una vez más, está presente en cada página. La palaciega y la bélica, la de los gladiadores y la de las vestales. De la primera hasta la última página, los cinco libros de Posteguillo son un tratado de estrategia y una entretenidísima lección de Historia novelada, donde adereza hechos documentados con algún personaje de ficción. Al acabar ‘Circo máximo’, Trajano está todavía vivo. Nuestro autor, inseparable ya compañero de viaje, no lo ha enviado aún a ver al barquero con la moneda de oro en la boca. De modo que mientras tú estás en la playa cerrando la última página de Posteguillo esperas que él esté frente al ordenador recreando otras mil páginas más sobre los últimos días de Trajano, al que ese malencarado Adriano, casado con su sobrina, hace tiempo que le anda moviendo la silla… Estrategia. Estrategia. Estrategia. Como la vida misma.

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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