“Ni ahora somos el Bayern Leverkusen ni antes éramos la última mierda que cagó Pilatos”. Lo dijo Manolo Preciado, el 26 de octubre de 2008, tras aquel memorable Dépor 0 Sporting 3, partido que certificó la tercera victoria consecutiva del Sporting en Primera División tras diez años en el infierno. Perdimos los cinco primeros y cuando parecíamos ya un bonito cadáver en estado latente, despertamos. No solo despertamos, sino que encadenamos cuatro triunfos seguidos. Al final, con mil vaivenes, nos salvaríamos en la última jornada con aquel Sporting Huelva (2-1) de extraño infarto. Vuelven, siete años y pico después, las frases épicas, el cabreo monumental, el resquemor sportinguista, en este caso tras una injusticia del tamaño de la Alhambra: “Estoy muy quemao… Nos han robao… Nos han robao. Esto es una vergüenza… Es escandaloso… Me da igual que me sancionen 50 partidos…. Nos han robado. Merecemos un respeto… Somos el Real Sporting de Gijón. No el Rencantapinos del Medio…”. Las frases, todos las conocen, son de Abelardo, tras el escandaloso Granada-Sporting (2-0) del pasado jueves. Un robo con nocturnidad y alevosía. Un gol legal anulado a Sanabria y un piscinazo de Barral. Un errático partido en el momento clave. Un árbitro, Estrada Fernández, que resucitó a Borrás del Barrio.
Estalla el sportinguismo. Pero no basta con cagarnos en todo 48 horas y lamernos las heridas. La humillación, la injusticia, el error también se pueden rentabilizar. Así es el mundo del fútbol. Te roban a mano armada un jueves y te lo devuelven un domingo. Ese debe ser el plan. Convertir en tal infierno El Molinón que el árbitro nada más entrar al campo esté deseando salir. Vale un 1-0 marcado con la espinilla. Vale todo con tal de ganar. Guajes contra leones. Sí. Pero guajes al mil por cien con la cara congestionada por la ira y las piernas dispuestas a correr hasta la extenuación. Así, también, se ganan los partidos. El Molinón debe ser una caldera. Una hoguera. Un circo romano donde procederán a sacrificarse once leones (tómese como metáfora). Estamos a tres puntos de la salvación y quedan once jornadas. Ninguna quimera. Ningún imposible. Nada que no hayan hecho tropemil equipos antes. Con Sergio o sin él. Con dos atacantes o con Ndi de enganche. Con lo que sea. Hay que salir a morder. Como nunca. La de este domingo es nuestra gran final de la Europa Leage. Es nuestra Champions. Nuestra Copa del Rey. Nuestra Eurocopa. Nuestro Mundial. Es todo o nada. Y va a ser todo. Vaya que sí.
Con la sangre ardiendo por las venas, a once sportinguistas no les va a parar el Athletic de Bilbao. Ya pescaron aquí demasiadas veces. Esta vez, simplemente, no toca. Lo sentimos por Aduriz. Gladiador donde los haya. El Sporting serán once Adurizs. O doce, con la afición. No nos queda otra que la épica. Y esa tampoco se nos da mal cuando resulta necesario. Sportinguistas todos: ¡rujamos! Que se oiga ya desde Bilbao nuestro latido. Que escuchen ya desde el Bocho nuestras pulsaciones, nuestra indignación, nuestro bramido. Fe ciega en el triunfo. Caldera. Hostilidad. Agresividad. Intensidad. Que los leones se sientan corderos desde antes de pitarse el inicio. Que deseen acabar. Irse. Marchar. La victoria es nuestra. La moral es nuestra. Los cojones son nuestros.
¡Spoooooooooorting! Ya se oye. Ya se siente. Y todavía no ha empezado siquiera. ¡Ánimo Abelardo! ¡Ánimo Guajes! ¡Os vais a comer el mundo! Todo empieza mañana. La Liga empieza mañana. Y el éxito, el triunfo, la victoria están más que aseguradas. ¡A por ellos!