El domingo 28 de agosto, la Vuelta Ciclista a España 2016 se estrellará en el puerto de Tarna. A día de hoy, solo cabe una duda: ¿habrá muertos o solo heridos? ¿habrá un accidente o varios? ¿se despeñará algún ciclista? ¿se producirá después una reclamación judicial contra el
Gobierno del Principado? Esas son las incertidumbres. La certidumbre es el accidente. La novena etapa de la Vuelta partirá de Cistierna (León) y, tras pasar por Riaño, tomará Tarna en sentido descendente, mucho más peligroso, por la velocidad, para culminar en el alto del Naranco, en Oviedo. En total, 165 kilómetros que a buen seguro algún corredor no terminará.
A cuatro meses largos de celebrarse esta novena etapa, Tarna está literalmente destrozado. Se descompone en cada curva desde Campo de Caso hasta a la cumbre, situada a 1.490 metros de altura. Los 23 kilómetros existentes entre ambos puntos de la AS-117 son una sucesión de baches, desniveles, grietas, irregularidades y gravillas, amén de un gran argayo y varios menores. El de más grueso calibre, en el km 60, corta por completo un carril a lo largo de 150 metros desde el 31 de enero de 2015. O sea, hace ¡15 meses! Su reparación
está ahora mismo en fase de licitación con un margen de cuatro meses para la empresa que resulte adjudicataria. O sea, que podría ni siquiera estar listo
para la Vuelta, pues la obra no ha empezado. El Principado solo prevé una actuación de 259.565 euros que incluye esta reparación y la de dos puntos críticos a la altura de Foz y la desviación a Pendones. No hay más planes pese a la situación crítica, el abandono histórico del puerto y la proximidad de la Vuelta.
Desde la construcción de la autovía minera, ideada por el Gobierno de Sergio Marqués, la inversión en carreteras en Asturias ronda el esperpento. Las
mayores partidas han ido destinadas a la ‘Y’ de Bimenes, carísima y sin uso, y el desdoblamiento de los túneles de Riaño, que va paralelo a la minera, o sea innecesario. El mantenimiento, entretanto, brilla por su ausencia con Tarna como ejemplo paradigmático de carretera destrozada y abandonada, pese a ser un histórico nexo de interrelación entre Asturias y León. Argüir que tiene poco tráfico es la pescadilla que se muerde la cola, pues mucha gente ha dejado de utilizar el puerto casín por su lamentable y peligroso estado. “Esto es tierra de nadie”, lamentaban desde Casa Amalia, el restaurante del alto, la pasada Semana Santa, cuando contabilizaron quince pinchazos de vehículos en un solo día por los numerosos argayos sin retirar que invadían la carretera. En el Nalón muchos han dejado de visitar la montaña leonesa, tan frecuentada antaño, por el estado del puerto. “Yo por ahí no voy”, es el comentario más habitual.
Quedan cuatro meses para la Vuelta Ciclista a España 2016 y solo hay dos caminos posibles: modificar el recorrido de la novena etapa o asfaltar Tarna. El primero sería una cobardía, un ridículo absoluto del Principado, que gasta cada vez menos euros en obra pública. El segundo sería lo razonable, pero el tiempo apremia, sin producirse señales de vida de nuestros gobernantes. Y el tercero, no hacer nada, conduciría directamente a la catástrofe. En tal caso, un consejo. Cuando pasen por Riaño, señores ciclistas, hagan escala en el Mentidero a tomar el vermú, deténganse luego en el alto de Tarna y pidan les fabes de Casa Amalia. Sin prisas. Niéguense a seguir. Su vida está en peligro.