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Adrián Ausín

Campo y playu

¡¡¡¡Hay sidra d'Arroes!!!!

Hay dos días importantes al año. Uno llega cuando corchas la sidra; otro cuando pones la huerta. Son dos rituales que elevan el espíritu, poniéndolo en armonía con la tierra. Este año, ambos tendrán una separación de apenas cuatro días. El viernes, tras mil peripecias, cien litros de sidra quedaron empaquetados en ciento treinta botellas. El martes atacarás la huerta con el rotovátor para oxigenarla antes de llenarla de plantones. Hoy toca hablar de sidra. Y contar toda la verdad. Pues cada año es caprichoso respecto al anterior y nunca hasta ahora has igualado el producto. Por eso es sidra casera. Por eso varía. Porque vas adaptando pautas. Porque las manzanas combinan distinto. Porque no corchas el mismo día. Porque la naturaleza es azarosa. Y porque tu suegro así podrá seguir metiéndose contigo. 

Todo empezó por hacerle caso en 2015. No laves las manzanas; frótalas, así no entrará nada de agua a la barrica. No prenses el llagar en un día; hazlo en tres o cuatro y córtalo, así la manzana triturada se oxidará más y adquirirá el tanino y el noséquémás. Obedeciste. Luego embotellaste en marzo, quizá pronto, pues la bebida quedó dulce con un sabor muy fresco, muy espumeante y un extraño deje final a miel. Raro ciertamente. Pero refrescante. Eso no es sidra, sentenció tu mayor crítico. Este año la cosa iba por idéntico camino. Había un deje de miel. Y había otro problema adicional más peliagudo. Los ratones de campo se habían colado en el cuarto de la sidra. Sus minúsculas cagarrutas habían trepado hasta la parte alta de los dos toneles de 50 litros y tu temor, pese a haber un colador, es que alguno en su ánimo de hacer de catador se hubiera caído dentro. Entonces, en vez de ta cantarina habría que decir esta sidra está que roe. 

Los dos problemas, la miel y el ratón, fueron humildemente expuestos al suegro a principios de abril. Dio dos consejos tras mucho deliberar y mucho reír. Para tener la seguridad de que no hubiera roedor encerrado, un trasiego. Así podrías comprobar la limpieza del interior. Y de paso, quitar tres litros de la sidra natural, o sea un 3%, para reponerlos a continuación con una sidra comercial. El objetivo, aportarle la química de ésta para forzar una nueva fermentación que le quite el deje de la miel. Al día siguiente quedó todo hecho. No había ningún fiambre dentro de los toneles propios. Y al tonel de cien litros prestado por el suegro le inyectaste cuatro botellas de Angones, sidra de Vega, tradicional. La nueva fermentación arrancó rápido, pues hubo una mengua y entonces, para rizar el rizo, hiciste el relleno con una botella de sidra casera de Cabueñes, de un colega en estas lides llamado Toni el barbas por un amigo común. El resultado es tu sidra al 96,3%más un 3% de Angones más un 0,7% del barbas. Y la nueva fermentación ha anulado en tres semanas todo regusto de miel.

El viernes pasado, sin miel y sin roedores, embotellaste. El ritual empezó tiempo atrás lavando las botellas y dejándolas bocabajo para que no contengan ni un resto de agua. A primera hora tocó hervir los corchos, limpiar los cuatro caños para embotellar de cuatro en cuatro y dejar en sitio cómodo la corchadora; ahí vas de uno en uno. En una mañana plácida, en unas cuatro horas, quedó todo listo, con tu paladar hecho ya al sabor primigenio de la sidra de Arroes 2016, que darás a probar al suegro enseguida, también a la esposa; pues de tal palo tal astilla, ambos saben latín de matices sidreros y te ponen la cabeza como un bombo. Ellos te metieron en este ‘negocio’. Y la verdad, pese a las críticas, te lo pasas bomba rebomba. Tener producción propia, ahora que llega el veranín, es todo un orgullo. Igual que cuando allá por julio puedas preparar una ensalada con productos de tu huerta. De momento, toca escanciar. El Menguante lunar tocará a su fin este viernes. Y en él debe quedar la sidra embotellada y la huerta plantada. ¿Qué dirá el suegro cuando la pruebe? Alguna pega pondrá. Pero tú, con tal de que te preste el rotovátor, eres capaz de darle la razón. Aunque te sepa a gloria bendita.

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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